Alberto Serrano, buen amigo y colaborador de este medio, hablaba semanas atrás en Heraldo de Aragón sobre la estancia de la Pasionaria en el balneario de Fonté, en el término de Caspe, y de cómo llevaba entre sus pertenencias un tonel que allí quedó. En el mismo artículo, en palabras de José Ballabriga, se relataba también que Durruti se dejó ver en aquel lugar en pelota viva: “Mi abuela más de una vez le dijo que se tapara un poco, por respeto a que era un lugar muy concurrido”. Acababa el texto echándome un guante que hoy paso a recoger.
Por partes. ¿Estuvo Durruti en Fonté? Podemos darlo por cierto si nos fiamos del testimonio de José Ballabriga, el cual procede de la tradición oral de su familia. La historia puede ser creíble, porque para llegar a Fonté desde Bujaraloz –cuartel general de la columna Durruti-, no había, ni hay, que entrar en Caspe (lo cual, muy probablemente, hubiera sido recogido por algún tipo de fuente oral o escrita). Basta con tomar, unos kilómetros antes de llegar a Caspe, el camino de la Cruz Blanca –la Cruz Descabezá se le llama también por cómo quedó durante la guerra- y se llega a Chiprana. Y de ahí a Fonté hay un paso (si recuerdan, la estancia de Durruti en Bujaraloz ya fue objeto de un artículo en El Agitador hace unos meses: http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/durruti-en-bujaraloz/).
Segunda pregunta en torno a el afamado libertario: ¿Estuvo Durruti en Caspe? A pesar de que Agustín Camón no solo asegura haberlo visto, sino que afirma que bebió de un botijo en su casa, tomo con reservas el pasaje que contó en las páginas 38 y 39 de sus Crónicas del 36:
«Era el día de Santiago. Me despertaron grandes voces, que en la calle gritaban consignas que ya había escuchado el día anterior:
-¡FAI, FAI!, ¡CNT!
Y añadían:
-¡Viva la República! -reiteradamente.
(…)
Durruti en persona comandaba el grupo: unos centenares de hombres. Él apenas estuvo una hora. Venían desde Bujaraloz, alarmados por las noticias de los combates del día anterior; no esperaban tanta resistencia. Esta mañana no encontraron ninguna y ocuparon el pueblo con toda facilidad.
Teníamos la puerta de la calle abierta de par en par y un grupo de milicianos se refrescaba en el patio, atendidos por mi padre. En esto, uno de ellos gritó:
-¡Eh, Buenaventura!
Y un pequeño grupo que ya se retiraba se paró en mi puerta. Durruti había delegado el mando y volvía al frente de su columna. Les invitamos a beber. ¡Cómo recuerdo aquello! Mi padre llevaba en la mano una botella de anís del Mono, sí, lo recuerdo perfectamente, milagros de la memoria, y en varias copas escanciaba el licor que los milicianos saboreaban poco a poco, aguándolo luego con un buen trago de agua fresca del botijo de la bodega.
Durruti tenía prisa, no tomó anís pero aceptó el agua fresca. Fue a buscar un vaso para él. Mientras bebía, mi padre dijo algo… Cuando terminó, se pasó el dorso de la mano por la boca y mirando a mi padre, la puso sobre mi cabeza y dijo:
-Para éstos, para éstos hacemos la revolución -y así fue como lo conocí.
Lo demás es historia.
¿Damos por válido lo que cuenta Camón? Lo cierto es que Durruti se encontraba por entonces muy cerca de Caspe, por lo que nada impide pensar que pudiera realizar un rápido viaje hasta la Ciudad del Compromiso. Sin embargo, algunos detalles nos hacen ser reticentes sobre lo que escribió Camón. Por un lado, Agustín Camón asegura que Durruti delegó el mando, pero lo cierto es que la columna que llevó a cabo la conquista de Caspe el 25 de agosto de 1936 fue la Hilario Zamora, y no la Durruti. Por otro lado, la presencia de Durruti en Caspe, aunque hubiera sido breve, de solo una hora, es más que probable que, ante la relevancia de la figura del carismático libertario, hubiese sido recogida por los principales medios de prensa (La Vanguardia, Solidaridad Obrera), y nada se dice en ellos al respecto. Si repasamos lo que contaron meses después Fermín Morales y Sebastián Cirac, tampoco se le nombra. Otro tanto ocurre con las obras actuales que recogen testimonios en torno a los primeros meses de la guerra en Caspe: J.M. Guiu, en su Verano de los Halcones, nada dice de Durruti; J. L. Ledesma, en Los Días de Llamas de la Revolución, tampoco; lo mismo puede decirse de las Memorias de un hombre cualquiera de Braulio Serrano o de la obra de Antonio Gambau (Consejo de Defensa y movimiento colectivista de Aragón). Por mi parte, entre las decenas de personas que entrevisté durante los preparativos de El Verano de la Tormenta, no encontré ni un solo testimonio que dijera haber visto a Durruti en Caspe. Ni siquiera habían oído hablar de esa supuesta estancia, excepto aquellos que conocían la obra de Camón. De hecho, José Sanz, quien mantuvo cierta relación con lo más granado de los jefes anarquistas de la zona, decía con seguridad que Durruti nunca apareció por aquí. De la misma opinión es el nonagenario Pepe Gavín, amigo, por cierto, de Agustín Camón. Tampoco entre la documentación ni en las memorias inéditas consultadas sobre aquel verano ha sido localizada referencia alguna a la presencia de Buenaventura Durruti en Caspe. Así que soy partidario de dejar la versión de Camón en cuarentena. Hago por adelantado propósito de enmienda y, si alguna vez aparece un documento que reafirme la versión de Camón, rectificaré sin empacho alguno.
Vayamos ahora con Dolores Ibárruri, la Pasionaria, de la que no hay ninguna duda de su presencia en Caspe en diciembre de 1936, como ya adelantamos en la visita temática al centro de Caspe que Bajoaragonesa de Agitación y Propaganda organizó el pasado mes de octubre. Conocemos testimonios que relatan su presencia en nuestra ciudad. Comió en la calle Gumá, en una casa donde todavía conservan la misma mesa a la que ella se sentó, aunque el verdadero plato fuerte se sirvió en el Teatro Principal, en la plaza. Pepe Gavín recuerda que a la salida, en la misma puerta, Dolores Ibárruri tuvo que calmar los ánimos porque uno de los allí presentes calificó de fascista a un vecino de Caspe. María Peyre, francesa de raíces fabarolas, nos cuenta que dos destacados comunistas de Fabara, Sebastián Aranda y su esposa Pilar Fuertes, viajaron desde la localidad vecina para escuchar a la Pasionaria. Es de suponer que otros muchos residentes en municipios cercanos acudieran al mitin.
Un dato recientemente localizado por la investigadora fabarola Lola Bielsa aporta nuevos detalles sobre aquella jornada. Según puede leerse en la Hoja oficial de la provincia de Barcelona, minutos antes, en el abarrotado Teatro, había intervenido lo más granado del comunismo residente en Caspe y zonas cercanas: José Almudí, miembro del Comité Provincial; José Duque, secretario general del Comité Regional; Federico Melchor, del Comité directivo de la Federación Provincial de Juventudes socialistas unificadas; Ricardo Sobrino, del Comité Central del Partido Socialista de Cataluña; José del Barrio, jefe de la División Carlos Marx.
Y después, llegó el turno de la Pasionaria, quien profirió el ardiente discurso que transcribimos íntegramente a continuación gracias a otro hallazgo agitador también reciente:
Mundo Obrero, 16-12-1936. Número 304.
UN GRAN MITIN EN CASPE
HABLÓ NUESTRA BATALLADORA CAMARADA DOLORES IBARRURI, “PASIONARIA”
“Saludamos –dijo-, en nombre del Partido Comunista, a los bravos luchadores contra el fascismo; haciendo la guerra hacemos la revolución, que no ha de ser obra de un solo partido, sino el resultado de la unión de todos.
No se debe obligar a nadie a aceptar un régimen que no comprende. Tenemos una teoría revolucionaria comprobada por los hechos, y no queremos experimentos inútiles. Hay que respetar al pequeño comerciante, al pequeño industrial; hay que permitir al pequeño campesino que siga cultivando su limitada propiedad, defendiéndola con las uñas. Hay que lograr en los talleres y en el campo que el obrero no añore a su antiguo amo por creer que nosotros somos incapaces de crear una economía nueva. Ganaremos la guerra, y después ya estudiaremos el régimen que podemos darnos.
Lucharemos contra el fascismo internacional; pero detrás de nosotros están el proletariado y la democracia mundiales. Ganar la guerra es la preocupación fundamental de este momento, y para ello es preciso avanzar en Aragón, y avanzar en todos los frentes”.
Dedicó unas palabras de encendido elogio a las brigadas internacionales que luchan en Madrid y terminó diciendo:
“Mujeres de Aragón: el espíritu de Agustina de Aragón os grita la necesidad de salir a la calle a defender la independencia de nuestro país, y que los mártires caídos por la libertad no tengan que avergonzarse de nuestra cobardía. Luchemos por una España grande y luchemos hasta vencer”.
Las últimas palabras de Pasionaria fueron acogidas con una ovación estruendosa.
Amadeo Barceló