Nace nuestro héroe en Courbevoie, en los alrededores de París, en la Francia provinciana más profunda, en 1894 (moriría en 1961), con el apellido Destouches, que cambiaría luego por de de Céline, que era el de su madre (atención freudianos…) en una familia de pequeños tenderos por parte de madre; su padre era empleado en una compañía de seguros. Cuando muere su abuela materna, también propietaria de un pequeño comercio, Louis-Ferdinand, recibe una escasa herencia, que aun siendo exigua, le permite a la familia enviarle a estudiar a Inglaterra y Alemania, y aprender idiomas. Entre 1908 y 1910, pasa un año en cada país estudiando, y parece que el muchacho no era tonto y aprendía con rapidez. A los 18 se alista en una unidad de caballería (algo tontuelo sí era), participando activamente en la I Guerra Mundial. En el fragor del combate fue gravemente herido, a consecuencia de lo cual, le fue otorgada la Medalla Militar y unos zumbidos en los oídos, un brazo dañado y dolores de cabeza de por vida. El muchacho se empieza a torcer…Al ser héroe de guerra, entra en el Servicio Diplomático por la puerta grande, ( me gusta pensar que entonces comienza su amistad con Pierre Laval, entonces miembro activo del partido socialista francés, y que también derivaría luego hacia posiciones de extrema derecha), se le destina a Londres hacia 1915, y al año siguiente, como culo de mal asiento que era, se enrola como encargado de explotación forestal y marcha a África, donde contrae la malaria, y un odio feroz al sistema colonial francés. A su regreso a París, 1918, estudia medicina, y en los felices 20 entra a trabajar en la Sociedad de Naciones como experto en cuestiones de higiene. Fue destinado a Ginebra, pero realiza constantes viajes (E.E.U.U., Canadá, Cuba, Nigeria, Inglaterra, Senegal…) un chollo, oiga. En 1926 se casa, por tercera vez, esta vez con Elisabth Craig, que fue una influencia determinante en su vida, aunque el matrimonio no duró demasiado. Ella es quien le insta a escribir todas las historias que Louis–Ferdinand le contaba durante sus paseos por Clichy, donde había abierto consultorio médico, que por cierto no le iba demasiado bien (excesiva higiene para el francés de la época, parece). Y en 1932, estalla la bomba: se publica su novela “Viaje al fin de la noche” donde el autor da un repasito a Francia en general, y a algunos franceses en particular. La guerra, las trincheras, los mandos militares, el patriotismo, el sistema colonial, paraíso de pederastas y explotadores bárbaros, la sociedad americana mercantilista, los franceses, las francesas, absolutamente todo, es triturado, escarnecido, disuelto, insultado, arrastrado, en fin, necesitaría el diccionario de sinónimos, ( esperen, que lo voy a buscar…) humillado, ofendido, ultrajado, afrentado, ridiculizado, injuriado, vejado, zaherido ( ya me canso..) por el bueno de Louis-Ferdinand Céline, con un estilo literario que aún no se había visto, ni leído, por entonces ( sólo algunos fulgores y brillos de las vanguardias parapetadas en París se parecían en algo a aquel monumental escupitajo contra la buena sociedad francesa), el escándalo fue mayúsculo, claro, y el libro se vendía como rosquillas. Era el libro de cabecera de los jóvenes comunistas, de los intelectuales de izquierdas, de los obreros, de los estudiantes…, y Louis-Ferdinand se hizo rico y famoso…No contento con la repercusión de su obra, en 1936, publica “Muerte a crédito”, donde muerde, mastica, traga, regurgita, y expele sus críticas al sistema de educación que sufrían los francesitos del momento. Brutal, no se puede encontrar otro adjetivo que cuadre mejor con el resultado del libro. Ya por aquellos años, su deriva política empieza a ser evidente: como su amigo Laval, del que era médico personal y que será presidente del gobierno colaboracionista de Petáin, es abiertamente antisemita (como casi toda la buena sociedad francesa del momento, por cierto) anticomunista y admirador del régimen nazi alemán. El hombre, parece que empieza a desvariar, y ya no parará hasta su muerte en 1961. En el fragor de la segunda guerra mundial, entre otros panfletos infectos, publicará unos de los libros más perversos que yo haya leído jamás (no fui capaz de acabarlo) justificando las matanzas que los nazis cometieron como venganza a algunos sabotajes y asesinatos que la Resistencia había perpetrado. El panfleto se titula “Bagatelas por una masacre”, no lo lean. Se lo recomiendo en serio. El ajuste de cuentas en el mundo de la Cultura hacia todo lo que oliese a colaboración, del que por cierto se salvaron muchos, entre otros los comunistas que mientras duró el pacto Molotov-Ribentrop no movieron un dedo contra los nazis, condenó al olvido a un escritor, que si bien es evidente que no era trigo limpio, creo que eso no invalida la excelencia de sus dos novelas. Olvido que llega hasta nuestros días, pues el año pasado, y en Francia gobernaba la derecha, se cumplía el cincuentenario de su muerte y no consientieron en celebrar el más mínimo homenaje a tan eximio escritor y extravagante ciudadano, como decía de Valle-Inclán el conde de Romanones. Parece que la corrección política que hoy impera está empeñada en que caminemos por el mundo pertrechados con aquella pieza de talabartería llamada cabezana, y que conseguía que la caballería que la llevaba, sólo pudiese ver lo que tenía delante de los ojos. Empieza a ser hora de relegar tan bonita pieza de cuero al museo, y mirar, con los ojos limpios de legañas ideológicas cualquier obra de arte que merezca la pena.
Algunas perlas:
El hombre está desnudo, despojado de todo, aun de la fe en si mismo. Mi libro es eso
Entonces se ponen sus chisteras y nos echan un discurso, a berridos, así: Hatajo de granujas, ¡es la guerra!, nos dicen. Vamos a abordar a esos cabrones de la patria nº 2 ¡y les vamos a reventar la sesera! ¡Venga!!Venga!!A bordo hay todo lo necesario!!Todos a coro!, Pero primero quiero veros gritar bien:!Viva la patria nº1!!Que se os oiga de lejos! El que grite mas fuerte,!recibirá la medalla y la peladilla del Niño Jesús!
De la cárcel se sale vivo; de la guerra, no.
Os lo aseguro, buenas y pobres gentes, gilipollas, infelices, baqueteados por la vida, desollados, siempre empapados en sudor, os aviso, cuando a los grandes de este mundo les da por amaros, es que van a convertiros en carne de cañón.
Para qué seguir, mejor lean a Louis-Ferdinand Céline, si es necesario, se tapen las narices.
Manuel Bordallo.