Black Mirror. La tecnología es una droga poderosa.

Una llamada de madrugada despierta al Primer Ministro Británico. Han secuestrado a la princesa Susannah y  será ejecutada sin remedio a menos que el Jefe de Gobierno acepte la surrealista petición de los raptores. Michael Callow (el primer ministro) debe mantener relaciones sexuales con un cerdo y el acto debe ser emitido por todos los canales de televisión terrestres en directo, a las 16:00 horas. Por si fuera poco, el video en el que  se le exige semejante barbaridad ha sido colgado en youtube por los secuestradores y, en pocas horas, se ha extendido por la red como la pólvora.

Así comienza El Himno Nacional, el primer episodio de Black Mirror. Una mini serie inglesa que acaba de estrenar en nuestro país el canal TNT HD (Canal +). Consta de 3 capítulos, independientes entre sí, en los que se mezclan la temática de las viejas series de Ciencia Ficción que tanto proliferaron en los sesenta y la influencia de las nuevas tecnologías y las modernas redes sociales. Su propio creador, Charlie Broker, se refiere al título (espejo negro, en castellano) como la fría y negra superficie que el televidente encuentra en la vida real en cada pared, en cada mesa, en la palma de su propia mano: el espejo negro de la pantalla del ordenador, del monitor de televisión, de su teléfono móvil. Partiendo del hecho de que la tecnología es una droga, Black Mirror intenta ubicarse en el espacio que queda entre sus efectos euforizantes y los depresivos. Una serie inquietante que, sin duda, nos llenará la cabeza de preguntas y más de una tarde de entretenidos debates.

No os cuento nada más. Aquí tenéis el primero de la serie.

Néstor Pascual

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