La ceremonia de entrega de los Oscars ya está aquí. Blue Jasmine tiene 3 nominaciones en los Oscars: mejor actriz principal y secundaria y mejor guión original. A continuación, les ofrecemos la traducción de la carta que del genial director que fue publicada en el New York Times el pasado 9 de febrero.
El pasado domingo, Nicolas Kristof escribió una columna sobre Dylan Farrow, la hija adoptiva de Woody Allen y Mia Farrow. El Sr. Allen ha escrito la siguiente respuesta a la columna y al relato de Dylan:
Hace 21 años, cuando tuve la primera noticia de que Mia Farrow me había acusado de abuso de menores, la idea me pareció tan ridícula que no le di ninguna importancia. Estábamos inmersos en una terrible separación con una gran enemistad entre ambos y en medio de una batalla por la custodia de los niños que se recrudecía por momentos. La tendenciosa malevolencia de la acusación me pareció tan transparente que ni siquiera contraté un abogado para defenderme. Fue mi agente de la farándula quien me dijo ella estaba presentando cargos ante la policía y que iba a necesitar una abogado penalista.
Pensé ingenuamente que la acusación sería desestimada al punto porque, desde luego, yo no había abusado sexualmente de Dylan y cualquier persona racional reconocería el ardid. El sentido común prevalecería. Después de todo yo era un hombre de 56 años que nunca antes (ni tampoco después) había sido acusado de abuso de menores. Había salido durante 12 años con Mía y en todo ese tiempo nunca me hizo la menor insinuación sobre una posible conducta inapropiada. Ahora, de repente, tras conducir hasta su casa de Connecticut una tarde para visitar a los chicos durante unas horas, en el momento en el que me encuentro en el terreno de mi furiosa adversaria, con media docena de personas presentes, cuando me hallaba en las primeras gozosas etapas de una feliz nueva relación con la mujer con la que después me casaría, que yo fuera a elegir este momento en el tiempo para embarcarme en una carrera de pederasta tendría que parecerle incluso a la mente más suspicaz altamente improbable. La pura falta de lógica de un escenario tan disparatado me parecía definitiva.
Pese a todo, Mía insistió en que yo había abusado de Dylan y la llevó inmediatamente al médico para que la reconociera. Dylan le dijo al médico que no había sufrido abusos. Mía se llevó a la niña a tomar un helado y, cuando regresaron, la pequeña había cambiado su relato. La policía comenzó la investigación; una posible imputación pendía en el aire. De buena gana acepté realizar la prueba de un detector de mentiras y, por supuesto, la pasé, porque no tenía nada que esconder. Le pedí a Mia que hiciera lo mismo y no quiso. La semana pasada una mujer llamada Stacey Nelkin, con quién yo había salido hace muchos años, apareció en los medios para decir que cuando Mia y yo empezamos nuestra batalla por la custodia hace 21 años, Mia quiso que ella declarara que era menor cuando salía conmigo, a pesar de que esto era falso. Stacey se negó. Incluyo aquí esta anécdota para que todos sepamos con qué clase de personaje estamos tratando. Uno puede imaginarse, conociendo este dato, por qué no quiso someterse a la prueba del detector de mentiras.
Entretanto, la policía de Connecticut solicitó ayuda a una unidad especial de investigación en la que confiaba para estos casos, la Clínica de Abusos Sexuales Infantiles del Hospital Yale-New Haven. Este grupo de hombres y mujeres, expertos e imparciales, a los que el fiscal del distrito pidió asesoramiento a la hora de considerar la acusación, emplearon meses en una meticulosa indagación, entrevistando a todos los implicados y comprobando todas y cada una de las pruebas. Finalmente redactaron su conclusión, que voy a citar aquí: “Es nuestra opinión pericial que Dylan no sufrió abusos sexuales por parte del Sr. Allen. Más aún, creemos que las declaraciones de Dylan en video y sus afirmaciones a lo largo de nuestra evaluación no se refieren a hechos que le ocurrieran el 4 de agosto de 1992. Para elaborar nuestro criterio consideramos en principio tres hipótesis que explicasen las aseveraciones de Dylan. Primera, que éstas fuesen ciertas y que el Sr. Allen hubiese abusado sexualmente de ella; segunda, que las afirmaciones de Dylan no fuesen ciertas sino inventadas por una niña emocionalmente vulnerable atrapada en medio de una conmoción familiar y que respondía de este modo a la tensión; y tercera, que Dylan estuviese aleccionada o influenciada por su madre, la Sra Farrow. Así como podemos concluir que Dylan no padeció abusos sexuales, no podemos precisar si la segunda o la tercera hipótesis por sí solas son ciertas. Creemos que lo más probable es que una combinación de esas dos teorías sea la mejor explicación para los alegatos de abuso sexual de Dylan”.
¿Podría estar más claro? El Sr. Allen no abusó de Dylan. Lo más probable es que una niña vulnerable e inestable fuera instruida por Mia Farrow. Esta conclusión decepcionó a unas cuantas personas. El fiscal del distrito estaba impaciente por encausar a una celebridad, y el juez que dirimió la custodia, el Juez Elliot Wilk, escribió una opinión muy irresponsable cuando llegó al asunto de los abusos, al decir: “probablemente nunca sabremos lo que ocurrió”.
Pero lo supimos, porque así fue determinado y quedó meridianamente claro que no existieron abusos. El Juez Wilk fue muy duro conmigo y nunca aprobó mi relación con Soon Yi, hija adoptiva de Mía, que entonces tenía acababa de rebasar los 20 años. El me vio como un hombre mayor que explotaba a una mujer mucho más joven, algo que escandalizó a Mia a pesar de que ella había salido con un Frank Sinatra de bastante más edad cuando contaba 19 años. Siendo justos con el juez Wilk, la opinión pública sintió la misma consternación hacia Soon Yi y yo, pero a pesar de lo que pudiera parecer nuestros sentimientos eran auténticos y llevamos 16 años felizmente casados, con dos hijos estupendos, ambos adoptados. (A propósito, como consecuencia del circo mediático y las falsas acusaciones, Soon Yi y yo fuimos sometidos a un más que meticuloso escrutinio tanto por parte de la agencia como de los tribunales de adopción; y todos bendijeron nuestras adopciones.)
Mia se hizo cargo de la custodia de los niños y nuestras vidas siguieron cursos separados.
Yo tenía el corazón roto. Moses estaba enfadado conmigo. Con Ronan no sabía a ciencia cierta qué pasaba porque Mia no me permitió acercarme mucho a él desde el mismo momento en que nació. Y de Dylan, a quién adoraba y a quién me sentía muy próximo, supe que Mia llamó enfurecida a mi hermana y le dijo: “Él se ha llevado a mi hija, ahora yo me llevaré la suya”. Nunca la volvía ver ni pude hablar con ella por mucho que lo intenté. Todavía la quería profundamente y me sentía culpable por haberla colocado en esa posición en la que podía ser utilizada como un peón para la venganza al haberme enamorado de Soon Yi”. Soon Yi y yo intentamos en innumerables ocasiones ver a Dylan, pero Mia siempre bloqueó estos intentos sabiendo cuánto la queríamos ambos pero totalmente indiferente al daño y al dolor que estaba causando a la pequeña, únicamente en aras de aplacar su propio resentimiento.
Voy a citar aquí a Moses Farrow, que entonces tenía 14 años: “Mi madre me adoctrinó para que odiara a mi padre por haber roto la familia y haber abusado sexualmente de mi hermana”. Moses tiene en la actualidad 36 años y es terapeuta familiar. “Por supuesto que Woody no abusó de mi hermana” ha dicho. “Ella le quería y esperaba con ilusión sus visitas. Nunca se escondió de él hasta que mi madre logró crear una atmósfera de miedo y odio hacia él”. Dylan tenía 7 años, Ronan 4, y según explica Moses, este era el relato que se repetía un año tras otro.
Hago aquí una pausa para referirme rápidamente a la situación con Ronan. ¿Es mi hijo o, como sugiere Mia, es hijo de Frank Sinatra? Desde luego se parece bastante a Frank en los ojos azules y los rasgos faciales. Pero, de ser así, ¿qué nos dice esto? ¿Que durante todo el proceso de la custodia Mia mintió bajo juramento e hizo pasar falsamente a Ronan como hijo nuestro? Incluso si no es hijo de Frank, la posibilidad que ella apunta de que pudiera serlo indica que ambos tuvieron secretamente intimidad durante los años que estuvimos juntos. Por no mencionar todo el dinero que he pagado por la manutención del chico. ¿He estado manteniendo al hijo de Frank? Una vez más quiero llamar la atención sobre la integridad y honestidad de una persona que conduce su vida de este modo.
Ahora, después de 21 años, Dylan ha vuelto a formular las acusaciones que los expertos de Yale investigaron y encontraron falsas. Con unas pocas florituras añadidas creativamente, que han aparecido como por arte de magia en estos 21 años de distanciamiento.
No es que dude de que Dylan haya llegado a creer que sufrió esos abusos, porque si desde los 7 años una niña vulnerable es aleccionada por una madre fuerte para que odie a su padre porque es un monstruo que abusó de ella ¿es tan inconcebible que después de muchos años de este adoctrinamiento, la imagen que Mia trataba de implantar echara raíces? ¿Es de extrañar que los expertos de Yale detectaran hace 21 años esta vertiente de la manipulación materna? Incluso el sitio donde los inventados abusos tuvieron supuestamente lugar fue una pobre elección aunque no carente interés. Mia eligió el ático de su casa de campo, un lugar al que debiera haberse percatado de que yo jamás iría, por que es un espacio minúsculo, abarrotado y cerrado, donde uno apenas puede ponerse de pie y yo soy un claustrofóbico de campeonato. En alguna ocasión que me pidió que fuera allí a buscar algo, lo hice, pero tuve que salir corriendo rápidamente. Sin duda alguna la idea del ático le surgió de la canción de Dory Previn, “Con mi papa en el ático”. Estaba en el mismo disco que la canción que Dory Previn había escrito sobre cómo Mia traicionó su amistad robándole insidiosamente el marido, André, “Cuidado con las jóvenes”. Hay que preguntarse si Dylan fue quien escribió la carta o si fue al menos guiada por su madre. Porque, ¿beneficia esa carta a Dylan o simplemente está al servicio de las ruines intenciones de su madre? Es decir, herirme con una calumnia. Hay incluso un torpe intento de de dañarme profesionalmente al tratar de involucrar a las estrellas del cine, lo que huele mucho más a Mia que a Dylan.
Después de todo, si lo que Dylan necesitaba era expresarse, ya lo había hecho hace unos meses en la revista Vanity Fair. Y aquí vuelvo a citar a Moses Farrow: “Sabiendo que mi madre a menudo nos usaba como peones, no puedo confiar en nada que diga o escriba nadie de la familia”. Por último, ¿llega realmente la propia Mia a creer que yo abusé de Dylan? El sentido común debe preguntar: ¿una madre que cree que su hija de 7 años ha sido víctima de los abusos de un pederasta (un delito bastante horrendo) daría su consentimiento para que se usara un clip de una película en la que aparece ella para homenajear al perpetrador de los abusos en la entrega de los Golden Globes?
Desde luego, yo no abusé de Dylan. Yo la quería y espero que algún día llegue a comprender que le han privado de de un afectuoso padre y que ha sido explotada por una madre más preocupada por su propia ira enconada que por el bienestar de su hija. Que le enseñaran a odiar a su padre y le hicieran creer que abusó de ella ya ha pasado una factura psicológica a esta encantadora y joven mujer. Soon Yi y yo esperamos que algún día entienda quién la ha convertido en víctima realmente y vuelva a reconectarse con nosotros, como ha hecho Moses, de forma amorosa y productiva. Nadie quiere desalentar a las víctimas de abusos para que dejen de expresar su verdad, pero hay que tener presente que a veces hay gente a quién se acusa falsamente y esto también es un hecho terriblemente destructivo. (Este artículo será mi última palabra sobre todo este asunto y nadie responderá tampoco en mi nombre a ningún comentario posterior que ninguna de las partes haga sobre el tema. Ya han sido lastimadas suficientes personas.)
Woody Allen es cineasta en la ciudad de Nueva York.
Traducción a cargo de Piluca Cercadillo