Cuando las aguas del río Ebro bajan varios metros, acercándose al cauce por el que corrían hace poco más de 40 años, quedan al descubierto algunas edificaciones curiosas. La que vemos en la imagen podría parecer ser una bodega integrada en el conjunto de edificaciones del Palacio de Chacón, pues se encuentra a pocos metros de las ruinas del mismo, totalmente camuflada por la vegetación, casi imperceptible por los ojos de los curiosos. Pero el espacio, abovedado, no es una bodega; lo que vemos en la imagen son los restos de un antiguo horno de cristal, uno más de los muchos que salpican el término municipal siglos atrás. En el mismo paraje pero al otro lado del río, todavía pueden encontrarse pequeños fragmentos del vidrio tan relacionado con los judíos.