Hace unos meses compartíamos en esta misma sección un artículo en el que fantaseábamos con la posibilidad de que el escudo que da la bienvenida a los visitantes que llegan a Caspe por la carretera de Maella tuviera que ver con el realismo socialista, el estilo y la iconografía empleados para ensalzar las virtudes del proletariado soviético. Lo que entonces no mencionábamos es que bajo el escudo, junto a la carretera, se halla, como una de esas esculturas que saludan al forastero en multitud de rotondas de toda la geografía española, una extraña máquina deslucida ya por el óxido. Quien ignore cual es su verdadero cometido, poco podrá deducir a simple vista. Apenas tres ruedas, un depósito en la parte trasera y algo que parece aproximarse a un volante en la parte delantera izquierda.
¿Y si esa máquina, como el escudo, tuviera también su origen en la antigua patria soviética? ¿Y si hubiera sido diseñada para trabajar sobre la dura estepa rusa? ¿ Y si fuera una tanqueta utilizada para patrullar la fronteras orientales del imperio comunista? ¿ Y si, como decíamos entonces, un viejo agente estalinista la hubiera colocado a la entrada de Caspe como un secreto mensaje de bienvenida proletaria?
Sabemos que nuestra teoría puede no ser cierta, y que el uso real de ese extraño vehículo autopropulsado no es otro que el de asfaltar carreteras, algo que dejó de hacer hace ya muchos años. Pero… ¿y si tuviéramos razón?