La documentación conservada nos dice que, al menos desde el siglo XIX, el Castillo del Compromiso fue utilizado como prisión. Con un pequeño intervalo entre 1931 y 1933 cuando la cárcel fue declarada «no apta para el encierro de reclusos», la fortaleza de los sanjuanistas continuó siendo prisión, al menos, hasta 1953. La mayor concentración de reclusos se produjo tras la caída del Frente de Aragón, ya en el periodo «nacional». Durante meses, el hacinamiento fue un hecho tristemente habitual: un recinto carcelario preparado para no más de un par de docenas de docenas de reclusos, llegó a albergar a más de 250 prisioneros de guerra. En la foto, vemos el manuscrito de un preso del año 1939.