En diciembre de 1938 la guerra pintaba muy bien para el ejército «nacional», que ya tenía algo más que sus ojos puestos en Cataluña. Con la Batalla del Ebro ya finiquitada, y parte de Cataluña en su poder, el todavía territorio republicano catalán sufría las incursiones de la aviación franquista diariamente. En solo unas semanas la gran capital antifascista, Barcelona, caería en manos de las tropas de Franco, lo que significaría, definitivamente, el éxodo de miles de republicanos hacia Francia. Un viaje sin retorno para muchos de ellos.
En aquellos días la guerra estaba practicamente finiquitada y los mandos nacionales lo sabían. Quizá por eso se permitieron celebrar en Caspe la festividad de Santa Bárbara, patrona de los artilleros, el 4 de diciembre, con un banquete. Hoy les mostramos la minuta original de aquel banquete gracias a Manuel García, socio de Bajoaragonesa de Agit-Prop. El almuerzo se celebró en un lugar bien conocido por todos los caspolinos: la Rosaleda.