Como ser judío y no morir en el intento. (Isaac Bashevis Singer – El certificado)

certificadoIsaac Bashevis SingerEl certificado – Editorial: Ediciones B

Nacer en Varsovia, a comienzos del siglo XX, y ser judío, marca para siempre aunque no seas ortodoxo…incluso aunque no te sientas judío.

Esta podría ser la tesis de la novela que hoy comentamos, escrita por Isaac Bashevis Singer, hijo y nieto de rabinos, hermano pequeño de un escritor de fama y escritor él mismo, que emigró a tiempo, en 1935, hacia América, donde residió hasta su muerte en 1991. Premio Nobel en 1978, si no me engaño, el único premiado en lengua yiddish hasta hoy (seguramente ya no habrá otro, pues es una lengua moribunda, si ya no muerta del todo).

El certificado, novela vagamente autobiográfica, narra las aventuras de un joven judío del geto de Varsovia, pobre como una rata, y aspirante a escritor, que casi sin querer consigue un tesoro: un certificado de emigración a Palestina. Estos certificados, expedidos en primera instancia por Inglaterra, que detentaba un protectorado sobre Palestina, luego eran entregados a países con grandes poblaciones judías, y luego, reexpedidos por oficinas sionistas. Pero (siempre hay algún pero) el certificado sólo vale para varones casados. Problema no menor, que se suma al del hambre: conseguir una esposa que quiera emigrar (y que aporte el dinero necesario para el viaje), aunque luego una vez en la tierra prometida cada uno siga por su lado. El joven David Bendinger, alter-ego del propio Singer, deambula por el microcosmos del geto en busca de esposa, y contra todo pronóstico encontrará no una, sino tres mujeres dispuestas a casarse para escapar (recuérdese que estamos en la Polonia de 1935). Cada una de estas tres mujeres representa alguna de las variantes que adoptó el movimiento sionista en aquellos años: una, señorita de buena familia con título universitario que quiere buscar mejores oportunidades en un nuevo mundo, dos, militante comunista antirreligiosa, ferozmente anticapitalista, tres, muchacha del pueblo, campesina iletrada, de sentimientos piadosos…Lógicamente, el protagonista irá de una a otra como bola de pinball sin tener muy claro con cual quedarse…Si en vez de askenazí, Singer hubiese sido sefardí, casi habría que hablar de novela picaresca, de tradición española; como no es el caso, hablaremos de novela de formación, o de novela de humor judío, de aventuras, en verdad, cualquier denominación nos vale, porque Singer, inteligentemente, dirige su microscopio a una porción de mundo pequeña como es el geto de Varsovia, mostrándonos, sin dejar huecos que escudriñar, toda la enorme diversidad de los judíos de su tiempo y que se convierte en epítome del mundo antes de la catástrofe que supondría la II Guerra Mundial. Aquí se van explicando algunas claves, de lo que pasó y de lo que podría no haber pasado y de cómo los judíos europeos veían (o no querían ver) lo que se le echaba encima. Una gran novela.

Manuel Bordallo.

Dos pequeñas notas para una mejor comprensión de esta reseña:

Sionismo: movimiento político que propugnó el restablecimiento de una patria para el pueblo judío. Su origen data de finales del sigloXIX. Sostenía que los judíos eran primordialmente un grupo nacional y no un grupo religioso, y que como tal, tenía derecho a crear su propio Estado en su territorio histórico. Comenzaron recaudando grandes cantidades de dinero, continuaron comprando tierras en lo que ellos consideraban su solar patrio, y presionaron a Inglaterra para que les dejasen ocupar esas tierras que habían comprado. Las grandes emigraciones hacia Palestina se inician en 1882, una segunda oleada comenzó en 1904, después de los progroms que sucedieron en la Rusia prerrevolucionaria, y una tercera oleada en la década de los años 30, originada por la presión nacionalsocialista en Alemania. El sionismo se dividió, ya desde sus principios, en variadas acepciones: socialistas, revisionistas, religiosos, etc… Los socialistas, que eran en aquellos años los más numerosos, consideraron el yiddish como la lengua del exilio, arrastrando en esto a las demás ramas del sionismo, y adoptaron el hebreo como lengua común, condenado a la desaparición, en Israel, del yiddish, que ya sólo quedó como lengua de uso en la diáspora, en escasos periódicos neoyorkinos y en las grandes ciudades centroeuropeas.

Yiddish: es la lengua que usaron los judíos del centro y este de Europa  (askenazis, por contraposición a los judíos originarios de Sepharad, sefardíes, que usaban el castellano) desde el siglo X, aproximadamente. Básicamente se compone de sintaxis y léxico alemán con grandes aportaciones del hebreo, arameo y algo de eslavo: polaco, checo, etc… es una lengua frankenstein que después de la Segunda Guerra Mundial, prácticamente desaparece al mismo tiempo que las personas que la usaban: de unos diez a quince millones retrocede a dos o tres después del Holocausto.

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