A mi me gusta pensar en el día 8 de marzo como el día de la mujer trabajadora. Ya sé que se está poniendo de moda designarlo el día de la mujer (a secas) para no suscitar el malentendido de que se piensa que las mujeres que no trabajan fuera del hogar no hacen un trabajo efectivo y se las tacha poco menos que de vagas o de inútiles.
Por supuesto que las mujeres han trabajado y trabajan en sus casas sin remuneración salarial y sin el suficiente reconocimiento, la mayor parte de las veces. He podido comprobarlo.
Pero hacer hincapié en el hecho de la mujer trabajadora, es decir la que va accediendo al mercado laboral remunerado, amplia la libertad y la dignidad de todos y todas. Veámoslo así: con la capacidad de elección, se diversifica la mano de obra femenina y por tanto se revaloriza el trabajo doméstico por una simple aplicación de la ley de la oferta y la demanda.
Bueno, al menos esto sería así, si no entraran otras variables en juego, como es el hecho de que a través de la emigración recibimos mano de obra femenina, para los quehaceres domésticos, nuevamente abaratada.
En inglés la palabra “labour” designa las faenas del parto. Si señores (y señoras), las laboriosas y épicas maniobras que las madres desempeñan para ponernos en este mundo. Pero no es este el único trabajo que las mujeres pueden (podemos) desempeñar. Y todavía queda mucho por reivindicar en el mercado laboral en el terreno de la valía y la consideración de las mujeres.
Pero estemos de enhorabuena. Hablemos de algo que nos una a todas y no de algo que nos desuna. Aunque hablando de mujeres se suele caer en el absurdo tópico de pensar que hay una etiqueta que nos resume a todas. Y si cada persona es un mundo, cada mujer también lo es. La diversidad es riqueza y permitir con profundo respeto que cada una pueda llevar a cabo su proyecto de vida dentro de la libertad más absoluta es honrar la naturaleza femenina y, por ende, la humana.
El libro que os voy a recomendar será ya conocido por muchas. “Mujeres que corren con los lobos”, de Clarissa Pinkola Estés, es un best seller mundial traducido a muchos idiomas. El subtítulo del libro reza “Mitos y cuentos del arquetipo de la mujer salvaje”. ¡Uy! ¡Qué miedo produce esta palabra!, ¿no? Publicado en la década de los 90 (en España en 1998) no ha parado de venderse desde entonces. El boca a boca ha funcionado bastante. Y se pueden encontrar grupos por todo el mundo (y también en facebook) que se reúnen en torno a sus enseñanzas.
Clarissa Pinkola Estés es una veterana analista junguiana que vive en Estados Unidos. (Recapitulemos y deconstruyamos lo de analista junguiana: una terapeuta inspirada en las enseñanzas de Jung. Jung, como es sabido, fue un psicólogo, discípulo de Freud. Sólo que el alumno salió un poco respondón. Y mientras que Freud veía por todas partes símbolos fálicos y complejos de Edipo -todo sexo- Jung se decantó más por la existencia del alma, del inconsciente colectivo y los arquetipos universales reflejados en las diferentes -aunque en el fondo no tanto- manifestaciones culturales. Disculpad la inmensa, aunque espero que eficaz, simplificación.)
Bien, pues Clarissa Pinkola Estés, en este libro, nos devuelve al arquetipo de la mujer primigenia (wild), la mujer libre y poderosa que no ha sido mermada por los peajes de los aspectos represores de la cultura y la civilización. Y lo hace a través del comentario de cuentos de la cultura popular y tradicional.
Es asombroso ver como desgrana, a partir de un simple relato, un montón de significados sacados como de una chistera mágica. Pero todo está ahí. Como en los sueños. Si uno se para a interrogarlos te dicen muchas cosas.
Clarissa repite y repite las ideas, que te van penetrando como una salmodia y van constituyéndose en alimento espiritual de primer orden. ¡Ojo! Más que un libro esto es un artefacto. De detonación lenta eso sí. 550 páginas que no son para leer de tirón. Más bien conviene tenerlo de libro de cabecera una temporada.
Como este libro no constituye ninguna novedad editorial, os hablaré de otro de la misma autora que es casi una primicia y también está destinado, principalmente, a las mujeres. Se titula “Desatando a la mujer fuerte. El amor inmaculado de la madre bendita por el alma salvaje”. Casi nada. Y os quiero dejar aquí con un link a un video de 7 minutos que he encontrado en la web de un relato que aparece en este último libro y que tiene como a una de sus protagonistas a la Virgen de Guadalupe. Es un hecho real que le aconteció a la autora.
Piluca Cercadillo