Sentimientos encontrados. Película de extrema dureza y dramatismo. Hace mucho tiempo que no recordaba haber visto nada tan duro. Peliculón. Pero estaba deseando que terminara.
No sé si me había pasado eso alguna vez. En varias ocasiones tuve que bajar la vista porque me hacía daño lo que veía en pantalla. Es una de esas películas con las que acabas con dolor de estómago si tienes algo de sensibilidad en el cuerpo. Oí varios comentarios de vecinos de butaca diciendo que si lo hubieran sabido no hubiesen ido. No sé qué pensaban que se iban a encontrar. La historia es desgarradora. Es terrible. Si por un momento eres capaz de meterte en la piel del protagonista tu odio por el género humano puede sobrevivir a generaciones.
Es la historia de Solomon Northup, un hombre negro libre que es músico y vive con su familia en Nueva York. Un día, paseando, unos conocidos de un amigo suyo lo engañan para ofrecerle un trabajo como músico en un circo y después de una cena con malas artes Solomon aparece en una especie de calabozo sumido en la oscuridad y engrilletado. A partir de ahí se desarrolla el grueso de la historia.
Solomon intenta decirles a sus captores que es un hombre libre pero ellos le piden sus papeles que obviamente, debido a sus terribles circunstancias, no tiene. A partir de ahí lo llevan al Sur más profundo, de terribles mentalidades esclavistas , y donde atendemos con cara de susto a una de las argumentaciones más duras de la película: el amo Ford es bueno…. A partir de ahí ya se te empieza a congelar la sangre. Te das cuenta de que el instinto de supervivencia puede más que cualquier idea de conciencia social y hace engañar a uno mismo sobre lo que es digo o indigno.
Hay que sobrevivir. Eso está más que claro. A costa de lo que sea. Pero aún así él es una persona cultivada y cree que su formación le va a valer de algo. Nada más lejos de la realidad. Es duro meterte en la piel de alguien que es un superviviente a costa del mundo entero si hace falta. Con mayúsculas. Es complicado pensar que el hombre blanco sea tan despiadado para hacer las cosas que hace. Pero es así. Se crea un “yo contra todos”.
No quiero desvelar el final de la película aunque todos nos damos cuenta de que es claro. Volviendo atrás hay una escena de un mercado humano que pone los pelos de punta, y todavía más pensando en la cotidianeidad que ellos daban por norma. Lo terrible es pensar en que nadie se planteara lo indigno de la situación. Hay demasiadas cosas que plantearse, y como espectador vas acumulando información. He leído críticas en las que acusan a esta película de ser una más en contar el drama de la raza negra en época de esclavitud. Igual que cuando se puso de moda hacer películas de nazis.
Creo que no es una más. La crudeza que presenta te llega, te inunda. Vuelvo a decir que me parece una película muy buena, pero que tenía ganas de que terminara porque estaba desbordada de tanto daño gratuito, de tanto dolor, de tanta indignidad, de tanta ignominia.
Hay un intento de ahorcamiento en los que en muchos minutos no se pronuncia una sola palabra que pone la piel de gallina. El cuerpo te pido irte, respirar, y darte cuenta de que solo es una película y que el mundo real es otro. Pero te quedas. Con un suspiro profundo pero te quedas. Hay fotogramas que hablan por sí solos. No hace falta un gesto. A veces ni música. Pero cuando la música forma parte de la historia es desencadenante. Como cuando oímos a Solomon cantando. Sobrecogedor.
Si por un momento uno se plantea la abyección a la que han sido sometidos ciertos grupos humanos lo podemos dar por bueno. Y no hablo de moralejas. No es eso. Es otro sentimiento. Es una desazón que te hace que pienses lo malos que somos, lo rastreros, lo ruínes.
Y mis felicitaciones más sinceras a todo el elenco de actores. A mí me han convencido. Me han conmovido. Salí empequeñecida del cine. Sin ganas de hablar mucho. Pero supongo que todo se nos olvida y seremos capaces de cometer otras atrocidades a no tardar demasiado. El ser humano es así. Capaz de lo mejor y de lo peor.
Ana M. Cirac