Cuenta los mayores[i] del lugar que un mítico cañón, de grandes dimensiones, disparaba desde un tren contra el otro lado del frente en Caspe, escondiéndose luego en el túnel de Val de Pilas, para protegerse de los ataques aéreos.
¿Ficción o realidad?
El transcurso del tiempo, y el ocultismo al que se sometió la historia del bando perdedor nos dificultan la respuesta. La transmisión oral de los hechos los ha podido distorsionar, pero todo mito tiene un fondo real y por eso profundizamos en el tema.
Está demostrado que durante la Guerra Civil no hubo vagones construidos especialmente con cañones de gran alcance, como los que utilizaron los alemanes en la II Guerra Mundial. Pero el ferrocarril desde el principio de la guerra desempeño una función esencial, tanto para el transporte de tropas y útiles, como en el aspecto de máquina de guerra.
Las milicias armadas que se hicieron cargo de la gestión de los ferrocarriles, en la zona no ocupada, empezaron a blindar locomotoras y vagones con planchas de acero, sin ningún diseño al principio y con toda una línea de ingeniería al final. De este afán nacieron los trenes blindados que combatieron en todos los frentes.
Los trenes se nombraron primero con letras, de la A a la K y posteriormente se numeraron del 1 al 13. En 1937 estos trenes ya estaban gestionados por una Brigada de Trenes Blindados (tubo otros nombres) quedando claro que su misión no era el transporte, ni siquiera la aproximación de tropas al frente, estaban diseñados para acciones ofensivas de combate.
De estos trece trenes nos centramos en los que, por proximidad, pudieron haber estado en Caspe, aunque no existe constancia cierta de ello. En los primeros meses de la guerra, en Octubre del 36, se puso en funcionamiento un Tren Blindado en los Talleres de la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona, destinado al Frente de Aragón. Posiblemente fue el que intervino el 22 de octubre en la ofensiva sobre Zaragoza, sin ningún éxito. La máquina llevaba blindaje en el frente, con una ametralladora, también estaba blindada la cabina de conducción y sin blindaje lateral.
En estos mismos talleres de Barcelona durante 1937, se blindan otros tres trenes más. Estas tres últimas unidades contaban con locomotora, tender y 1 vagón artillero, recibiendo la numeración de Trenes Blindados n. 9, 10, y 11. Se sabe que una de las Locomotoras.
correspondía a la número 4029 del Ferrocarril del Norte, con blindaje de frentes redondeados y de escasa altura. En el frente llevaba dos rotulas con mirillas circulares y una torreta giratoria en el tender para las ametralladoras. El vagón artillero fue equipado con cañones Ramírez Arellano de 40 mm.
Pero no parece ser ninguno de estos trenes los que actuaron en la Batalla de Caspe.
Asesorado por el ingeniero francés L´Empereur, el ejercito republicano, ideo otras piezas artilleras para el ferrocarril, consistentes en colocar sobre vagones tipo góndola, de gran tonelaje, piezas de artillería naval de gran calibre: el cañón Ordoñez HSE de 210 mm y el Obus Ac. de 240 mm. Fue la denominada AVF, Artillería sobre Vía Férrea.
Los talleres de la Compañía del Ferrocarril de Baeza a Lorca, ubicados en Aguilas, fueron los elegidos para efectuar la transformación de los vagones. Las piezas de 240 mm actuaron en el campo de operaciones de Teruel. Mientras las de 210 mm se enviaron a Cataluña, para actuar en el frente de Aragón.
El 6 de Abril del 38, llego una pieza AVF de 210 mm al frente de Lérida. Unos días después, el día 12, bombardeo Lérida efectuando doce disparos sobre la ciudad.
En el mes de Abril, una de las piezas de Artillería sobre Vía Férrea de 210 mm situada en el frente del Este, sufrió una explosión y le reventó el tubo, siendo enviada a los Talleres de Águilas para sustituirlo.
No sabemos con exactitud donde estaba este vagón cuando explotó su cañón, pero las investigaciones de nuestro compañero Salvador Melguizo, han dado con la Memoria de las actividades de XII Brigada Internacional Garibaldi. Melguizo, consultando el archivo ruso RGASPI, ha tenido conocimiento de cómo el Comisario Inspector Luigi Longo, alias Luigi Gallo, relata que un cañón de calibre 220, reventó causando un muerto y varios heridos entre el 26 y 27 de marzo de 1938 en una zona cercana a la línea del ferrocarril dentro del término de Caspe, al este del Guadalope. Esa información se basa en el parte político-militar correspondiente al día 27 del Comisario Quinto Battistatta, alias Raimondo (capturado y fusilado por los sublevados poco tiempo después en Gandesa).
Esto junto con la munición encontrada por la zona, que podemos ver en el Museo de la Batalla del Ebro de Fayón, nos acrecienta en la idea que el mítico cañón del túnel de Val de Pilas pudo ser este vagón de AVF de 210 mm.
Ignacio Gracia
Más información en el libro: Trenes blindados españoles. Jacinto Arévalo Molina
[i] Entre los testimonios recopilados, cabe destacar el de José Gavín Ráfales, quien tenía solo 16 años cuando entró a trabajar en la Compañía, antecedente de RENFE, en 1940. Según Gavín, del cañón se hablaba pero ya no quedaba ni resto de él en Valdepilas (Gavín fue entrevistado por Amadeo Barceló en el año 2010).