El contexto internacional del Compromiso de Caspe

Sé que el título del artículo les puede parecer un poco peñazo. Pero imagínense que, en la próxima representación del Compromiso, Vicente Ferrer dijera, en lugar de lo que todos sabemos, algo así cómo: «¡Viva el kan Sharuj, hijo del gran Tamerlán!». De inicio, nos quedaríamos ojipláticos. Después, surgiría la pregunta ¿Y ese, quién es ese tal Sharuj? Pocos sabrían contestar que el kan Sharuj fue un poderoso mongol que en tiempos del Compromiso controlaba un territorio más extenso que Europa entera.

Y es que como bien sabemos, el Compromiso de Caspe es la página histórica más notoria a orillas del Guadalope. En la salud y en la enfermedad, para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno, porque bien está que hayamos pasado a la Historia por un hecho pacífico (con más o menos mangoneos, si me lo permiten). Para lo malo, no me negarán que la potencia del Compromiso ha eclipsado muchas otras cosas interesantes. Hay otras partes de nuestra historia que han quedado en un segundo plano y no será porque no sean importantes. De sobras saben que me refiero, entre otros sucesos, al Consejo de Aragón que supone, hasta la fecha, la única experiencia de gobierno anarquista del Planeta.

No pretendo mezclar churras con merinas. Estamos en el tema medieval y a ello voy.

Sigo siendo crítico: es un hecho comprobado que los caspolinos nos sabemos de carrerilla una serie de nombres: Vicente Ferrer, Fernando de Antequera, Martín el Humano, Jaime de Urgell, pero no tenemos ni idea de quién era Enrique V, Manuel II o el emperador Segismundo, contemporáneos todos del Compromiso y personajes importantísimos. Es curioso que, a estas alturas de la película, después de años de presentaciones de libros, conferencias, charlas, talleres, escenificaciones teatrales y demás, sepamos qué se comía, cómo se vestía e incluso qué se cantaba a principios del XV. Pero, ¿acaso sabemos qué se cocía en la cocina del continente europeo a la vez que los nueve decidían en Caspe el destino de la Corona de Aragón? Es evidente que no. Y no es menos evidente que la cosa tiene remedio.

No pretendo aburrir a las piedras. Les pido que me acompañen, que desempolvemos juntos los libros de Historia y sepamos que el mundo no se había parado por mucho Compromiso que aquí se estuviera celebrando. En las siguientes líneas les propongo una breve y digestiva aproximación -apta para no iniciados- a la situación de Occidente en el contexto del Compromiso de Caspe. Nueve conflictos como nueve Compromisarios. Todo esto también estaba pasando en 1412:

1. La Iglesia, la crisis de la teocracia y el Cisma. En los inicios del siglo XV planea una seria crisis en torno a la Iglesia y sus ideas teocráticas. La mentalidad laica avanza como también lo hacen movimientos de reforma -no exentos de componente social- en el seno del propio cristinanismo. Uno de los más sonados se produce en Bohemia, concretamente en Praga, donde el rector de la universidad Juan Hus, sacerdote, predicador, teólogo y filósofo, está peligrosamente influenciado por viejas teorías herejes como las de los cátaros, aquellos que pregonaban, entre otras cosas, la pobreza de la Iglesia. Los checos, bastante hartos de la hegemonía alemana en la zona y en un momento de aguda crisis en la Iglesia Occidental, aceptan de buen agrado las ideas revolucionarias de Hus. Juan Hus fue el creador del movimiento reformador husita, que agitó el panorama de la Iglesia en aquel tiempo. Fue invitado al Concilio de Constanza y acabó asesinado en la hoguera, lo cual generó varias revueltas y derivó en las cruzadas antihusitas a partir de 1420. Para el emperador del Sacro Imperio, Segismundo de Luxemburgo, que era además de emperador rey de Hungría y Bohemia, los husitas fueron una auténtica pesadilla. A  Hus se le considera un precursor del protestantismo.

Pero, sin duda, el gran problema de la institución católica continuaba siendo el llamado Cisma de Occidente. Desde el año 1378 hay un Papa en Aviñón, otro en Roma y, por si fuera poco, el intento de solución del Concilio de Pisa de 1409 acaba con un tercer Papa, Alejandro V (que murió envenenado un año después). Las monarquías europeas están también divididas en cuanto a la obediencia a uno u otro pontífice. Faltan todavía 5 años para que el Cisma finalice a través del Concilio de Constanza que impulsará el emperador del Sacro Imperio (lo de Imperio es un decir) Segismundo.

2. Bizancio contra los turcos otomanos. Manuel II (1391-1425) es el emperador de BizancioEl imperio milenario poco tiene que ver con aquel glorioso Bizancio que heredó el esplendor de Roma. El Imperio está prácticamente descentralizado a nivel administrativo y el comercio está en manos de Venecia. Las guerras civiles del XIV han producido efectos devastadores en el Imperio de Oriente que ha perdido grandes territorios en los últimos años. Solo el conflicto interno de los turcos y el de éstos con los mongoles va a conseguir dar un pequeño respiro a los últimos bizantinos que, sin embargo, acabarán sucumbiendo en 1453.

Los otomanos han aumentado sus territorios de manera notable durante los últimos años. Un basto territorio en Asia y también en zonas europeas antes bizantinas.  Solo el kan mongol Tamerlán ha podido ponerles freno (Batalla de Ankara, 1402). Tras la muerte del otomano Bayaceto I, el territorio se fracciona y se desencadena una guerra civil entre sus cuatro hijos que, en el momento en el que se están celebrando las sesiones del Compromiso, está a punto de ganar Muhammad I (1413). Tras solucionar sus problemas internos, el Imperio Otomano se va lanzar con brío hacia los Balcanes.

Llegados a esta parte de la narración, con los turcos campando por los Balcanes, no puedo resistirme a contarles que en el contexto de las disputas entre rumanos y otomanos nacerá el personaje de Bram Stoker Drácula, que como es bien sabido está basado en Vlad Tepes el Empalador, hijo de Vlad II Dracul, contemporáneo del Compromiso que luchó junto a Segismundo de Luxemburgo contra los otomanos. 

Tamerlan
Tamerlán (Imagen de Gaspar Meana en El Mundo.es)

3. Los mongoles. Aunque salen del ámbito europeo, incluimos en esta lista a los mongoles como causantes directos de la expansión turca hacia occidente en lugar de hacia oriente, el feudo mongol.

Los mongoles todavía lloraban a su líder, el gran conquistador asiático, Tamerlán, de ascendencia mongola, religión musulmana y turco de lengua y cultura. Controló Asia Central, la Horda de Oro (siglos después será el sur de la URSS), Anatolia y el Próximo Oriente; hizo también varias incursiones en la India y preparaba una gran expedición a la China Ming que no pudo comenzar pues murió en 1407. Hombre de contrastes, destacó tanto por su acercamiento a la cultura como por su crueldad. Su poder fue tal que hasta su corte de Samarcanda se desplazaron numerosos embajadores de tierras lejanas, como el reino de Castilla de Enrique III. Sharuj, hijo de Tamerlán, es en tiempos del Compromiso el gobernante del conocido como Imperio Timúrida que perdurará hasta 1526.

4. Los ingleses llevan desde finales del siglo XIV peleándose entre ellos. Los Plantagenet habían sufrido un despretigio cada vez mayor hasta que, Enrique de Lancaster destronó y asesinó a su primo Ricardo II instaurando la nueva dinastía Lancaster en 1399. Enrique IV es el rey durante el Compromiso pero solo un año después fallecerá, siendo sustituido por Enrique V, del que hablaremos más abajo. A su muerte en 1422 volverán los problemas pues su hijo Enrique VI no está muy bien de la cabeza y, por si fuera poco, perderá la Guerra de los Cien Años. Será el turno de los York y una nueva guerra civil (la Guerra de las Dos Rosas) que, sin embargo, dará la monarquía a finales de siglo a otra nueva dinastía, los Tudor.

5. Francia e Inglaterra: una guerra de más de cien años. El conflicto conocido como la Guerra de los Cien Años duró realmente algunos más (de 1337 a 1453) aunque  interrumpido por varias treguas. En 1412 las hostilidades están de nuevo a punto de reiniciarse tras el fin del renovado tratado de Leulinghen. Dentro de dos años el inglés Enrique V será coronado y, a pesar de su juventud, demostrará muy pronto sus dotes guerreras. Las negociaciones con el monarca francés se irán al garete y llegará la invasión inglesa y la famosa batalla de Agincourt que terminará con una estrepitosa derrota de los franceses. Se demostrará la inutilidad de las cargas de caballería pesada vs los potentes arcos ingleses. Después de su victoria Enrique V se lanzará a la conquista de Normandía. Todo pintará mal para unos franceses que, sin embargo, lograrán reponerse en los siguientes años y expulsar a los ingleses de la práctica totalidad de su territorio (excepto Calais). La mítica Juana de Arco, que espoleó a los franceses en la parte final del conflicto, acaba de nacer en este año (enero de 1412).

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6. Borgoña contra «su madre» Francia. Era costumbre entre los reyes de Francia de la dinastía Valois entregar territorios a los hermanos de los elegidos monarcas, como compensación. Los llamados apanages volvían de nuevo a la Corona al cabo de unos años. Pero llegó el momento en que uno de esos territorios no revertió en la Corona francesa sino que se convirtió, poco a poco, en un germen de estado independiente entre las fronteras de Francia y el Imperio Germánico: Borgoña.  Sumemos a esto la división entre borgoñones y armañacs en el consejo de regencia del demente rey Carlos VI. Los primeros apuestan por el duque de Borgoña como rey y los segundos por el hijo de Carlos VI, el Delfín Carlos (el de Juana de Arco). La disputa acabó en una guerra civil entre borgoñones y armañacs. Muy poco después los borgoñones pactarán con los ingleses (Tratado de Troyes, 1420) y la situación se complicará todavía más.

7. Rusia vs la Horda de Oro. El incontestable poderío mongol había llegado tiempo atrás hasta los confines Asia y Europa. Tras la muerte de Gengis Kan surgieron una serie de estados mongoles como la Horda de Oro que fue, desde mediados del siglo XIII, un poderoso ente al que príncipes rusos rindieron vasallaje. Pero a finales del siglo XIV la Horda ya comienza a dar síntomas de debilidad y Dimitri Donskói, en la Batalla de Kulikovo, consigue vencer a los mongoles-tártaros. Aún con todo, el conflicto que enfrenta a rusos y mongoles está lejos de su final. A pesar de la alianza entre rusos y lituanos de 1392, y aunque Tamerlán también infrinja un severo correctivo a la Horda poco después, los mongoles se repondrán y precisamente en 1412 Basilio I vuelve a las viejas costumbres viéndose obligado a rendir el habitual vasallaje a la Horda de Oro. Hasta finales del siglo XV los rusos no conseguirán desprenderse del yugo mongol.

8. La Orden Teutónica contra la confederación polaco-lituana. La tercera en importancia de las órdenes militares religiosas, la Orden Teutónica, fue la única en que tuvo un Estado propio y que luchó en el norte de Europa contra los paganos. A principios del siglo XV se ha extendido de una manera muy considerable por tierra y mar (Prusia, Estonia, Letonia…) y es una potencia también económicamente hablando. Pero el nacimiento de la confederación polaco-lituana significará un serio inconveniente para las ansias expansivas de los teutones. En 1410 se produce la batalla de Tannenberg en la que las tropas lituano-polacas  derrotarán a los teutónicos y su filial la Orden de los Portaespadas. A la postre, y a pesar de la paz de 1414, Tannenberg supondrá el principio del fin para la Orden.

9. Castilla y su complicada Baja Edad Media. En Castilla el rey es Juan II, de los Trastámara, la dinastía que se había asentado a mitad del siglo XIV tras la violenta llegada de Enrique de Trastámara. La Baja Edad Media es un período turbulento en el más extenso territorio de la península; problemas internos en forma de guerras civiles, y conflictos entre nobleza y monarquía, se prolongarán hasta el reinado de los Reyes Católicos. Juan II tiene solo siete años, por lo que su tío, Fernando, el infante de Castilla, actúa como regente. Fernando ha conseguido un importante prestigio a raíz de la toma de la Antequera en septiembre de 1410 a costa de los nazaríes de Granada, en unos años caracterizados por treguas y batallas que suelen acabar por pequeñas conquistas castellanas. Como bien sabemos, a partir de entonces Fernando de Trastámara será conocido con el sobrenombre de el de Antequera y para los caspolinos es «nuestro» Fernando.

Todos estos no eran los únicos conflictos. Solo cito unos cuantos más de pasada: complicada situación en el norte de África entre Hafsíes, Zayaníes y Meriníes, todos islámicos pero nada bien avenidos y constantemente a gorrazos; ponzoñoso Sacro Imperio de Segismundo (el último de la casa Luxemburgo) donde la aristocracia pintaba más que el Emperador en los territorios germanos; Italia, teórico feudo imperial, era en realidad un territorio totalmente fragmentado formado por ciudades-estado que se atacan entre ellas y que se enfrentan también a conflictos internos en plena etapa de evolución de comunas a las señorías.

MORALEJA

El 25 de junio (el 28 se hizo público) se firmó un Compromiso y se evitó una guerra. Fue una gran noticia, sin duda. Pero, visto lo visto, si el Compromiso hubiera acabado en un fiasco y hubiera estallado un nuevo conflicto, no hubiera sido nada excepcional. Ya sabemos cómo estaba el patio alrededor del nuestro.

No sería justo acabar de este modo y dibujar únicamente líneas grises sobre el mapa de aquella Europa. Los primeros años del XV se caracterizaron también por transformaciones y afirmaciones de cambios en positivo como el Renacimiento, los humanistas, las universidades, el despegue del realismo flamenco en la pintura y, sobre todo, por el fin de las terribles crisis que habían azotado a todo el continente durante el siglo XIV.

Amadeo Barceló

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