El lastre del clientelismo municipal en la izquierda caspolina en general y en el PSOE en particular.

Nadie se puede imaginar unas elecciones municipales sin partidos de izquierda en Caspe y mucho menos unas elecciones municipales sin unas papeleteas del PSOE caspolino en las urnas de cada colegio electoral. ¿Qué pasaría con todos esos abuelos y abuelas que han votado siempre al PSOE de Felipe González? ¿Hacía donde iría ese voto? ¿Engrosaría la tan alta tasa de abstención caspolina? ¿Se sumaría a los votos en blanco?  ¿O en una conjura de jubilados, se atreverían a meter una loncha de chorizo picante en un sobre? ¿Se imaginan los colegios electorales en Mayo de 2015  con olor a rancio picante?

Cualquier persona que haya seguido los resultados municipales caspolinos, sabe bien que el PSOE, desde las elecciones del año 1999, no ha podido remontar voto y por supuesto ni de lejos se acercó a aquel histórico resultado de 1983, con el apoyo de 3.178 vecinos, que le llevó a ocupar el consistorio con nueve concejales socialistas frente a dos de la Alianza Popular de Manuel Fraga y otros dos del partido de Adolfo Suarez, Centro Democrático y Social. Un pequeño análisis podría explicar esos resultados electorales del año 1.983:

-Razonamientos históricos. Una democracia que, después del golpe de estado del 23-F, despejaba sus temores a la vuelta a un estado represivo.

-Un PSOE a nivel estatal joven, dispuesto y unido a una masa social que rápidamente cambiaba en busca de una sociedad libre, un estado de derecho y una emancipación social.

-Un PSOE, a nivel regional (Aragón ), que realizó una integración de miembros del PSA (Partido Socialista de Aragón) a través del Congreso de Unidad de los Socialistas de Aragón de 1978, así como otras fuerzas políticas en la órbita de la izquierda y el nacionalismo aragonés, y el esfuerzo de aunar diferencias  con  la central sindical UGT.

-A nivel local un PSOE caspolino que nutría sus filas de vecinos que participaban en  asociaciones sociales, culturales, deportivas y que fomentaba la participación de sus bases en la sociedad  de finales de los 70 y principios de los 80.

-Un PSOE local que sumaba fuerzas tras la desaparición, o integración, de partidos como Autogestión Municipal (AM), el Partido de los trabajadores de Aragón (PTA) y el Partido comunista de España (PCE).

Y es que el PSOE caspolino de los ochenta y principios de los noventa llegó a tener tal envergadura que por su  propio aplomo e historia le hacía tener un peso específico tanto a nivel provincial como regional, con Florencio Repolles Julve como presidente provincial. Y una década más tarde, en el año 1996, otro socialista caspolino, y por aquel entonces ya ex alcalde y concejal, Mariano Gómez llegó a disputar la Secretaría  General de los socialistas aragoneses,  como guerrista, frente a Isidoro Esteban de los renovadores. Fue tal la tensión de aquel  congreso extraordinario, tutelado por  Cipría Ciscar como secretario de organización del PSOE Nacional, que la votación se tuvo que hacer a mano alzada bien entrada la noche.

En 1.999, el resultado del PSOE en las elecciones municipales fue de 2.379 votos. Una conocida vecina caspolina, y desconocida políticamente, volvió a entusiasmar al electorado caspolino. Teresa Francín lideró un nuevo proyecto socialista que significaba para las bases caspolinas una renovación no solo en la lista sino en el programa. El resultado en esas municipales, 2.379 votos, significaba la mayoría absoluta y recuperar la alcaldía de la ciudad del Compromiso. En esas mismas elecciones dos nuevas siglas concurrían  municipalmente a la izquierda del PSOE caspolino. (IU) Izquierda Unida, con Patxi Layel de cabeza de lista y 87 votos y (CHA) Chunta Aragonesista con la exconcejal  de Avezami Prado Murillo y 169 votos. En la derecha, fruto de las tensiones en el seno del PAR, se formaba una candidatura independiente de vecinos (CPC) Compromiso Por Caspe, con 1.477 votos, que  liderarían Javier Sagarra y Carlos Alastuey, candidatura  que polarizará la política caspolina hasta las elecciones de 2011.

El año  2.003 para quien escribe estas líneas tiene un  significado especial, su primera intrusión de una manera directa en la vida política municipal, como número dos en la lista de IU (Izquierda Unida) encabezada por Joaquín Cirac Lacueva, con un resultado electoral de 179 votos. Descalabro electoral para el PSOE caspolino,  1.512 votos. El contrapunto de esa nueva ilusión socialista de 1.999, que refrescó las personas y las ideas pero para nada renovó el dogma político del clientelismo. Que cambie todo para que todo siga igual. Por primera vez en la historia electoral caspolina el voto mayoritario se decanta hacia la derecha: Compromiso por Caspe gana las elecciones con 1.659 votos, el PP de Benedi, suma 313 votos pese a su escisión, el DPC de Benito Gimeno (Desarrollo para Caspe ) con 263 Votos y el PAR de Bonastre 269 votos. Aun así Teresa Francin, con cinco concejales, tiene la habilidad de formar un gobierno con el PAR y con CHA, que obtuvo 503 sufragios. En ese mismo año empieza a andar una nueva organización territorial, y a su vez moneda de cambio del clientelismo político, la Comarca de Caspe Bajo Aragón.

Puede ser que en la década de los 80, este dogma político afianzado en el PSOE caspolino y posteriormente en los demás partidos políticos que han tocado poder en el ayuntamiento, PP, CPC, PAR, CHA, haya sido clave  en el rédito electoral para mantener la alcaldía del consistorio municipal caspolino. Pero fue en los años 90 donde caducó para el PSOE caspolino ese viejo dogma. Una asamblea local dotada de democracia representativa en la forma, pero en el fondo una asamblea sin democracia participativa. Esa misma participación hubiese evitado el continuismo de ese dogma político que significa el CLIENTELISMO municipal y que propició el desánimo en la afiliación con las consiguientes bajas de la militancia y la pérdida de electorado socialista.

Año 2007. El ambiente político en la agrupación local socialista se ha tornado muy enrarecido, fruto del tripartito y el dogma político clientelar, esta vez más brutal. Había que contentar al PAR y CHA. Continúan las bajas en la afiliación. Surge un  candidato alternativo, el concejal Félix Cortes frente a Teresa Francín como cabeza de lista. Desde Zaragoza se dan instrucciones de Carlos Pérez Anadón, a través de Roberto Fernández  (actual concejal de asuntos sociales del Ayuntamiento de Zaragoza), para que sea Teresa Francín la cabeza de lista. Y es que el clientelismo se había tornado moneda de cambio habitual entre los tres grupos políticos que habían  gobernado los cuatro últimos años (PSOE – PAR- CHA) y había generado demasiadas tensiones. Aun así no habían aprendido de esos errores. Los resultados electorales: PSOE de Teresa Francín, 1.603 votos. El  CPC de Javier Sagarra, 1.640 votos. El PAR de Carlos Alastuey,  717 votos. CHA  de Prado Murillo, 199 votos. E IU de Joaquín Cirac García, 177 votos, lista a la cual yo sigo vinculado como número dos.

En este periodo ya se puede extraer una conclusión política y es que ese clientelismo político y  el incumplimiento de un programa ideológico pasan factura al rédito electoral de los partidos de izquierda. Chunta Aragonesista pierde casi 304 votos. Aun así el PSOE aguanta el tirón e incluso sube unas decenas de votos. Políticamente, 2.007 pasará a la historia municipal caspolina como el año de los cogobernados. Una vez más en el esfuerzo del PSOE de mantener su mermado clientelismo político se ve obligado, primero a pactar con el PAR, a cambio de la comarca y otras prebendas, y segundo a mantener contentos a sus compañeros socialistas comarcales. Meses más tarde, por falta de entendimiento en ese mal llamado clientelismo político, el PSOE, contra todo pronóstico, se alía con su enemigo natural en el ayuntamiento, el CPC de Javier Sagarra, siendo un recorrido de corto trayecto y una legislatura agridulce. Esa misma legislatura habrá que indicar que fue la legislatura con mayores inversiones en Caspe (Polígono Industrial, escuela municipal infantil,….) cumpliendo así con más del 80% del programa político en lo que a inversiones se refiere y presentado a las elecciones de 2.007. Esa fue otra más de las causas  por las cuales Teresa Francín y Javier Sagarra, enemigos políticos anteriormente, se aliasen.

Año 2011, Teresa Francín, desgastada políticamente, tiene intenciones de retirarse de la primera línea política municipal. El dogma político clientelar sigue presente y se ha tornado un lastre que puede pasar una factura muy grave electoralmente. Florencio Repollés Lasheras vuelve, sorprendentemente, como candidato oficialista para medirse con Félix Cortes. El mismo desgaste político de Félix Cortes como concejal en varias legislaturas más la llamada a filas y brazos de madera, hacen que ese año 2011, encabezase la candidatura municipal Florencio Repollés. El PSOE caspolino presenta una candidatura en la cual 10 de los 11 miembros de la lista no han participado nunca antes en unas elecciones municipales. Bueno, 9 personas, el que escribe estas líneas, emocionado por lo que puede ser una época de cambio municipal, se deja arrastrar por esa emoción para participar en un nuevo proyecto político, esta vez proyecto socialdemócrata. La candidatura socialista se mantiene con los 1.500 votos, el CPC se desploma perdiendo casi 800 votos, el PAR se defiende con 694 votos, CHA con un nuevo candidato, Vicente Sancho, vuelve al consistorio caspolino con 450 votos y el PP, esta vez gracias al fugaz concejal Néstor Fontoba, aumenta su rédito electoral hasta llegar a los 729 votos y dos concejales.

El resto de la historia política municipal reciente, ya la conocemos.

Actualmente el PSOE caspolino se enfrenta a una nueva etapa forzado por el fallecimiento de Florencio Repollés. Travesía compleja, con una agrupación local envejecida, una falta de liderazgo claro que en el mejor de los casos siempre será lo menos malo, una inexperiencia política de sus afiliados más jóvenes, perversiones ideológicas asentadas y unas bases despolitizadas que arrastran en el debate no solo el mismo dogma político del clientelismo que pudo ser útil en los 80 pero ya no lo es ahora. Para este itinerario ya no cabe un candidato estrella y un número dos en forma de sorpresa. Este es un trayecto heredado en el cual tendrá que decidir, próximamente y con retardo, si seguir con ese dogma político clientelar que lo único que fomenta es la desafección política que tanto perjudica a la izquierda en general y al PSOE caspolino en particular, que fomenta la participación de una manera arribista interna y  se dirige a una desesperanza democrática y programática.

Hasta Mayo de 2015 el PSOE caspolino debe afrontar grandes retos si no quiere perecer electoralmente y plantear una verdadera alternativa a la derecha que ahora mismo gobierna el consistorio. Primeramente eliminar ese dogma político caduco que significa el clientelismo municipal de su “ADN”. Para ello solo cabe promover una democracia interna que no solo sea representativa sino participativa tanto a nivel de afiliación como de simpatizantes o de apertura a cualquier vecino de Caspe con inquietudes políticas. Deberá fomentar la participación y la formación política de los afiliados, simpatizantes y vecinos progresistas y establecer un canal de comunicación que recoja las inquietudes vecinales (asociaciones, clubs, movimientos sociales, sindicatos, asociaciones empresariales,…) en un verdadero ejercicio de escucha proactiva y reactividad en la aplicación y desarrollo de dichas inquietudes con el objetivo de volver a nutrir sus filas no solo de gente nueva sino de ideas y métodos renovados. Deberá mejorar ampliamente  sus sistemas de comunicación externa (web, boletín mensual, redes sociales,…) con la voluntad de llegar realmente no solo a su electorado sino también a cualquier vecino caspolino. Deberá, en fin, generar un debate político e ideológico interno en el que se sienten las bases que cuestionen y aporten alternativas al sistema económico actual, al mapa político municipal y comarcal y que nutra políticamente al PSOE regional.

Demostrado ha quedado en cuanto a rédito electoral que el clientelismo municipal es, curiosamente, como una báscula de platillo: el mismo dogma político que anula y hace descender la legitimidad electoral  del PSOE local empuja en sentido contrario y ascendente  a  la derecha municipal en sus resultados. Al PSOE caspolino le quedan ya pocas bazas y recursos humanos para seguir jugando a las trincheras y permanecer agazapado aunque todavía existen salidas para retornar a la emoción que genera la participación política de la sociedad caspolina. Realizar una autocrítica profunda sin llegar a una catarsis colectiva; organizar una revolución interna. El resultado de esos procesos debe ser extrapolado al resto de los vecinos de Caspe con la vista puesta en vencer a la desafección política.

Si se hacen así las cosas, estoy seguro de que mi admirada abuela María Cruz no me llamará en Mayo de 2015 para hacerme un encargo: que le compre en la carnicería una rastra de chorizo picante para compartir con sus amigos y compañeros del hogar del jubilado.

     Miguel Ángel Insa

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