José María Maldonado: «el pique entre pueblos me parece una tontería»

José María Maldonado es doctor en Historia, pero también maestro y, aunque ya hace bastantes años que cambió el colegio por el instituto, dice sentirse deudor de ese oficio cada vez más denigrado. Ha publicado numerosos trabajos relacionados con la enseñanza y con la Historia, tanto individuales como colectivos, entre los que cabría destacar Alcañiz 1938. El bombardeo olvidado, El Frente de Aragón. La guerra civil en Aragón, 1936-1938, y Aragón bajo las bombas. Los bombardeos aéreos en Aragón. Trabaja como profesor de Historia en el instituto de Alcañiz, donde piensa jubilarse.

 José María. ¿Cuándo le picó el gusanillo de la Guerra Civil?

Soy de una generación un poco alejada de la conocida como de  la posguerra, pero muy cercana a ella. Tanto mis padres como el resto de la familia fueron testigos de aquellos años y siempre contaban algo en casa. Digo algo, porque no era mucho y yo creo que por eso mismo, siempre me llamó la atención. Pero no hasta el punto de dedicarme a estudiar aquel tiempo de la historia de España. Mi acercamiento a este período fue muy posterior. Trabajando en Badalona, contaba entre mis compañeros y amigos a un historiador-investigador de la guerra que dedicaba todo el tiempo que podía a entrevistas con supervivientes y a descubrir hechos todavía no descritos. Eran los primeros años de la transición. Aquel amigo acabaría siendo catedrático de la Universidad de Barcelona y unos de los mayores expertos en la Guerra Civil española, Joan Villarroya. Yo me inicié con su ayuda.

¿Y por qué le interesaron especialmente los bombardeos?

Por el bombardeo de Alcañiz. Siempre había oído hablar de él y de su magnitud, pero yo pensaba que era falso, que si de verdad había ocurrido como me contaban los miembros de mi familia, estaría en los libros, alguien lo habría dejado escrito. Mi incredulidad del hecho, a la vez que creer que los míos decían la verdad, me llevó a tratar de investigar el tema. No podía imaginar cuando empecé que todo lo que me habían contado se quedaba corto, que la realidad fue más dura. Resulta que estaba ante uno de los peores bombardeos de toda la guerra. De ahí, de un hecho concreto, pasé a la totalidad.

Por cierto, ¿Realmente les apasiona a sus alumnos nuestra historia reciente? 

Apasionar, apasionar…no. Tal vez a unos pocos. Pero  muchos sí que se sienten interesados por conocer la realidad anterior a la que ellos viven y les gusta descubrir y encajar las piezas del puzzle que les precedió. En muchos casos se les ve abrir los ojos y les encanta entender lo que pasó y porqué sucedió.

Fuera de su actividad docente, me han contado que es un gran aficionado a los deportes.

Sí claro, siempre he practicado deportes. Aunque me gusta mucho el baloncesto y el fútbol, el deporte que más he practicado y me apasiona es el atletismo. Lo inicié desde muy joven y todavía lo sigo haciendo siempre que mi lesionado talón de Aquiles me lo permite. El campo a través, el cross, es lo que más me gustaba, aunque terminé haciendo gran fondo. Mis marcas en la media maratón y en la maratón no son nada malas: 1h 13 minutos y 2 horas 39 minutos respectivamente.

Dicen también que es usted un gran aficionado a la cocina, ¿O es una pequeña leyenda?

Bueno, ese tema habría que explicarlo detenidamente, pero no es el momento. Hay envidias por parte de algún caspolino por el asunto de una paella. Pero voy a decir la verdad, que estaba muy buena y que él trabajó más que yo… Pero hay otros platos que me salen buenísimos, y algunos muy complicados, como la tortilla de patata.

Imagino un café familiar con usted y sus cuñados (uno es catedrático en la Universidad de Zaragoza y el otro un afamado periodista). Mucho más interesantes esas tertulias que algunas de la televisión nacional ¿No?

Rara vez entablamos conversaciones fuera de lo normal, como sucede en cualquier relación familiar. En otros casos nos aprovechamos de los conocimientos y de las experiencias de los demás, como cualquier familia. Pero ante una buena botella de vino se puede hablar de muchos temas.

 ¿Qué tal le han tratado durante su estancia en las jornadas de Caspe?

En Caspe uno siempre se encuentra bien y más si está entre amigos y colegas.

Con lo cual, eso que dicen  del pique Caspe-Alcañiz, es más tontería que otra cosa ¿o no?

Lo del pique entre pueblos vecinos me parece una tontería, aunque útil para hacer bromas. A partir de ahí, nada más. Yo no quiero que la estación de Caspe se cierre o pierda trenes y frecuencias de viajes; queremos que Adidas funcione de maravilla, que la feria sea cada vez más grande, que la agricultura sea productiva y próspera… de igual forma interesa a todos que el hospital de Alcañiz sea el mejor, que Motorland vaya sobre ruedas y que la industria alcañizana mejore y aumente sus plantillas. La comarca debe pensar en sí misma, en toda como tal. Cuanto mejor para unos, mejor para todos. Deberíamos de dejar de mirarnos tanto el ombligo.

Volvamos a hablar de los bombardeos. Usted asegura que los bombardeos contra la población en la Guerra Civil deberían ser considerados más bien un acto de represión contra la población que parte de la campaña bélica….

 Acto de represión, sí claro. Es simplemente un asesinato. Una cosa es un bombardeo en el Frente o contra un objetivo puramente militar y otra muy diferente es un bombardeo sobre una población. La misión que se les encomendó a los bombardeos que debían dejar caer sus bombas en Alcañiz o en Caspe, dice claramente: “bombardeo del pueblo de Caspe”. No especifican objetivo militar alguno sino que el objetivo es la población. Y en la población viven personas. Si tú decides y ordenas ese bombardeo sabes perfectamente lo que va a suceder, que vas a destrozar casas, a hundir edificios, a destruir. Y saben sin lugar a dudas que en esos lugares hay personas que si todo es normal, van a morir. Así que quien manda matar, no hay duda, es un asesino. ¿hay otra manera de verlo?

Suponga que se despierta una mañana y se encuentra en una población del Bajo Aragón en 1938. Escucha como se acercan las «pavas». ¿Qué haría? ¿Meterse corriendo en un refugio o ponerse a hacer fotos como un loco?

 Como ya sé lo que va a ocurrir, avisaría con tiempo a todo el mundo para que se refugiara, que para ello se construyeron abundantes refugios durante la guerra. Pero yo, probablemente, me iría a lo alto del cabezo a fotografiar.

¿Sigue siendo necesario hablar de la guerra?

Sí, claro. Fueron unos años que marcaron  a generaciones y que todavía sigue presente entre nosotros. Cada vez menos, pero de lo que no cabe duda es que el interés sigue existiendo. Si fue tan importante para tantas personas y que les marcó su vida para siempre, es interesante conocer lo que sucedió. Pero es simplemente eso, conocer. No entiendo que pueda seguir siendo arma arrojadiza para la gente que no la vivimos. Yo cuento lo que pasó y cuento hechos que hasta ahora no se habían contado o se había hecho de forma equivocada, ya fuera voluntariamente o por ser desconocidas. El problema está en aquellos que dicen que les interesa lo que hicieron los Reyes Católicos, pero que es manipular la historia si hablamos de la Guerra. Ser especialista medieval es bueno, pero serlo en la Guerra Civil es ser un rojo manipulador.

Y sobre las recreaciones de la guerra que se han puesto ahora tan de moda, ¿Qué opina?

Que cada uno puede dedicar su tiempo a hacer lo que quiera, pero que lo que se recree sea lo más veraz posible y que acerque a la población al período histórico que representan. También sería bueno que fueran acompañadas de alguna exposición, charla o conferencia sobre el tema para conocer mejor la época descrita. Es como la novela histórica, que se sabe que todo es fantasía, pero si lo que se narra, lo que se come, como se describen los paisajes, las vestimentas, los utensilios y los hechos en los que se enmarcan son ciertos, ayudan a los lectores a imaginar la realidad.

Cuéntenos en qué está metido ahora

 Como siempre el mayor tiempo se lo lleva el trabajo de clase. También estoy con unos archivos viendo las posibilidades de un nuevo trabajo. Ya veremos.

  A.B.G.

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