Desde El Agitador hemos intentado siempre mirar hacia nuestros vecinos. A lo largo del año hemos entrevistado a varios ciudadanos alcañizanos y hoy cerramos el 2012 con una nueva muestra de esa voluntad de hermanamiento comarcal. José Antonio Benavente sabe casi todo sobre el pasado de Alcañiz y su comarca, no en vano lleva años y años recorriendo sus cabezos en busca de poblados, vías y fortificaciones. Su trabajo es escudriñar el ayer en busca de señales que nos ayuden a interpretar el mañana. Después de varios milenios hay cosas que no han cambiado demasiado. De eso queremos que nos hable.
¿Cómo ves la relación entre Caspe y Alcañiz? Creo que se podría, y debería, mejorar sustancialmente. Me llama la atención la escasa relación existente, en general, entre Caspe y Alcañiz a pesar de la corta distancia física que separa a estas ciudades y de su intensa historia conjunta. Posiblemente esta lejanía tenga relación con el hecho de pertenecer a dos provincias distintas y quizás a una tradicional rivalidad como principales ciudades del territorio histórico del Bajo Aragón.
¿Rivalidad? Sí. Aunque yo diría que actualmente hay algo más de recelo por parte de Caspe hacia Alcañiz que viceversa. Esta percepción personal, posiblemente equivocada, quizás podría explicarse por el hecho de que en las últimas décadas Alcañiz es una ciudad con más habitantes y parece que con algo más de peso específico en la zona a la hora de captar inversiones y servicios. En este sentido, la centralización de la atención médica de todo este territorio en el hospital de Alcañiz o las enormes inversiones en Motorland han podido contribuir a ese recelo que creo que no se da, por ejemplo, con otras poblaciones de la provincia de Teruel como Andorra, Calanda, Valderrobres o Alcorisa. Caspe, sin embargo, tiene otros importantes recursos, y creo que ventajas, como el ferrocarril, el curso del Ebro o el hecho de ubicarse en la provincia de Zaragoza, aunque estos aspectos no parecen preocupar mucho a los alcañizanos. Yo, personalmente, creo que sería más interesante y práctico que Caspe y Alcañiz intentasen más a menudo trabajar unidos en proyectos comunes y en un desarrollo conjunto de todo el territorio.
¿Crees que sería plantear hoy la cuarta provincia? ¿crees que existen vínculos emocionales o culturales entre un territorio tan heterogéneo y amplio como el Bajo Aragón histórico que la justifiquen? No creo que sea posible en estos momentos, ni en un futuro a corto o medio plazo. Sin embargo, el territorio del Bajo Aragón o Tierra Baja, presenta unos rasgos históricos, culturales y geográficos muy particulares que podrían servir perfectamente de base para delimitar y organizar este amplio territorio. Algunos de estos rasgos culturales pueden remontarse, con seguridad, hasta la I Edad del Hierro. Por ejemplo, la dispersión sobre el mapa de las tumbas de túmulos de cista excéntrica de los siglos VII y VI a.C. o las estelas ibéricas decoradas de los siglos III y II a.C. coincide con sorprendente exactitud con el territorio histórico del Bajo Aragón. En la baja Edad Media la organización de las tierras conquistadas por los cristianos, a través de distintas órdenes militares, coincide también con este territorio natural. A principios del siglo XIX, en la Guerra de la Independencia, los invasores franceses reorganizaron la división administrativa en Aragón y crearon, efectivamente, una cuarta provincia en el Bajo Aragón. Los accidentes naturales de nuestro entorno (el curso del Ebro, los puertos de Beceite, las serranías del Maestrazgo o las estepas de la zona de Belchite) dan lugar a una delimitación natural de este territorio que presenta, además, otras indudables coincidencias como la expansión del cultivo del olivo.
¿Tan lejos tenemos que irnos para hablar de unidad del territorio? No tanto. En mi opinión, hubo una excelente oportunidad para crear esta “cuarta provincia” en la reciente reorganización comarcal en la que el territorio histórico del Bajo Aragón, o antigua Tierra Baja, fue subdividido nada menos que en cinco comarcas. Creo que esta división fue intencionada y dirigida a desmembrar un territorio que podía tener demasiada fuerza y representación económica, cultural y política en el contexto aragonés. Por otra parte, esta gran división del territorio también facilitaba la colocación de un número mucho mayor de cargos políticos (presidentes, vicepresidentes, consejeros…) que con una sola gran comarca. Creo que en este aspecto hubo una coincidencia de intereses: los políticos locales prefirieron ser “cabeza de ratón que cola de león” y para los políticos de Teruel y Zaragoza fue preferible el axioma de “divide y vencerás”. No obstante, está claro que no hubo entonces ningún interés por parte de la población local ni de sus representantes políticos en defender la creación de una gran comarca bajoaragonesa.
Seamos ahora un poco ególatras. Sabemos que sigue habitualmente El Agitador, ¿Qué opinión te merece? ¿Por qué nos has linkeado en tu web? Me parece muy interesante el proyecto de El Agitador así como su línea de trabajo y de divulgación de la cultura, con unos enfoques críticos, actuales, diversos y una estética moderna. Y con el trabajo de un grupo de entusiastas y desinteresados colaboradores lo cual no es muy habitual en estos tiempos. Creo que no existen muchos proyectos culturales como este en el Bajo Aragón aunque, como suele ser habitual, en Alcañiz y el Bajo Aragón turolense es menos conocido. Recientemente, y con ánimo de contribuir a su difusión, he colgado algunas noticias o reportajes del Agitador en portales de información general como “Menéame” que han sido visitados por miles de personas.
¿Así que has sido tú? Sí. También he incluido el enlace del Agitador en mi blog “historiasdelbajoaragon” porque creo que es una forma personal de apoyo a vuestro proyecto y al mismo tiempo de promoción cultural conjunta que nos beneficia a todos. En general, pienso que hay que intentar trabajar juntos por este territorio superando, como he comentado antes, las interesadas divisiones administrativas provinciales o comarcales que nos han organizado nuestros políticos. Aprovecho para la ocasión para ofrecer mi colaboración en vuestro proyecto dentro de los temas en los que suelo trabajar y para cuando lo consideréis oportuno.
Gracias por tus palabras y por tu ofrecimiento. A mí personalmente, también me gusta mucho tu blog y suelo seguirlo habitualmente. Pero no nos quedemos en la mutua adulación y pasemos a otros temas comarcales de interés. ¿Cuál es tu balance de Motorland? ¿No es un poco despropósito? ¿Tener circuito sin tener autovía – ni perspectivas de tenerla- no es construir la casa por el tejado? A mí no me han gustado nunca las carreras de motos y coches y me pongo malo cuando oigo eso de que a los alcañizanos nos circula gasolina por las venas. Yo, puestos a elegir una intoxicación en la sangre, prefiero la del vino, la verdad. Pero reconozco que en este aspecto no represento a la mayoría de la población alcañizana que realmente disfruta y vive con pasión desde hace décadas este tipo de eventos y competiciones deportivas. Efectivamente, la inversión de Motorland es enorme y los efectos económicos que produce no creo que sean tan positivos y optimistas como se cuenta. Pero también es verdad que ha situado a Alcañiz en el mapa y generado empleo en la zona durante unos años y lo sigue generando, aunque sea de forma temporal o sectorial. Sin ir más lejos, nosotros mismos realizamos el estudio arqueológico de la zona afectada por las obras de Motorland y localizamos y excavamos varios yacimientos y restos arqueológicos que se han logrado conservar y proteger en su mayor parte. Además, Alcañiz y el Bajo Aragón, en general, no han sido en las últimas décadas zonas especialmente apoyadas por la administración autonómica y central, así que para una vez que llega una importante inversión, aunque sea para un tema que a mí personalmente no me entusiasme, no me parece mal. Con respecto a la autovía hacia el Mediterráneo creo que Motorland puede contribuir más positivamente que negativamente a su construcción, aunque dadas las circunstancias actuales seguro que se retrasará bastantes años.
¿Que hay en los bajoaragoneses de hoy de aquellos iberos que poblaron su territorio? Es muy probable que los bajoaragoneses conservemos todavía un fuerte componente genético que pueda remontarse a época ibérica, aunque este aspecto todavía esté pendiente de demostración científica. El Bajo Aragón siempre ha sido un territorio eminentemente rural y bastante mal comunicado y, como muchas otras zonas de interior de nuestro país, ha tenido un desarrollo más lento que en las zonas urbanas o bien comunicadas. Precisamente ese tradicional aislamiento y el escaso desarrollo agrícola e industrial de esta zona han favorecido la conservación de un impresionante patrimonio arqueológico y etnológico que en otras zonas más desarrolladas ha sido mucho más afectado llegando incluso a desaparecer. De este rico patrimonio arqueológico destaca sobre todo el de época ibérica, entre los siglos VII y I a.C., que podría considerarse como la “edad dorada” de nuestra historia antigua, con cientos de yacimientos, necrópolis e innumerables restos de gran valor cultural e histórico. Posiblemente en el Bajo Aragón se encuentre la mayor concentración de asentamientos ibéricos excavados de España gracias sobre todo a la intensa labor investigadora iniciada hace ahora un siglo por un amplio equipo de arqueólogos y eruditos bajoaragoneses, catalanes y franceses. La ocupación de este territorio en época ibérica fue, a juzgar por los resultados de la investigación, mucho más intensa que la de siglos posteriores. En mi opinión, en el Bajo Aragón, vivía mucha más gente en los siglos VI y V a.C. que un milenio después, en época tardo romana o visigoda. Por otra parte algunos aspectos socioeconómicos ya presentes en época ibérica quizás no hayan cambiado tanto en el transcurso de los dos últimos milenios. En este sentido, ha sido recientemente una sorpresa para nosotros comprobar cómo un almacén de época íbero romana de El Palao de Alcañiz (destinado posiblemente a la conservación de aceite en tinajas o grandes recipientes cerámicos) es prácticamente idéntico a bodegas tradicionales conservadas en pueblos de nuestro entorno como Castellote. También el gran molino de aceite, con cuatro prensas de viga, de La Loma del Regadío de Urrea de Gaén, fechado en el siglo III d.C., no parece diferenciarse apenas de las almazaras bajoaragonesas de los siglos XVII o XVIII. Así que parecen existir tradiciones culturales y socioeconómicas cuyas raíces pueden remontarse con seguridad a época ibérica.
¿No crees que el periódico La Comarca fue una extraordinaria iniciativa capaz de haber creado esa conciencia común bajoaragonesa a la que antes te referías? ¿No crees que se ha quedado en nada debido a su alcañizanocentrismo? El periódico La Comarca nació hace ahora 20 años con unos ideales y unos objetivos bastante distintos a los actuales. En sus inicios fue un proyecto cultural ilusionante que salió adelante gracias al esfuerzo voluntario de numerosos colaboradores y jóvenes periodistas y que favoreció mucho esa conciencia común bajoaragonesa de la que hablas. En mi opinión, el principal cambio de este periódico tuvo lugar cuando se “profesionalizó” y se convirtió en una empresa o grupo de comunicación que tuvo un espectacular crecimiento gracias a la inclusión de una emisora local de televisión (ahora cerrada) y otra de radio. Desde entonces, los intereses económicos y el beneficio de la empresa han primado sobre la calidad de la comunicación aunque, sin duda, todavía sigue teniendo muchísima influencia y peso en la opinión pública bajoaragonesa. Lo del “alcañizanocentrismo” me temo que es inevitable ya que Alcañiz es la principal población de este territorio y la ciudad en la que se ubica este grupo empresarial de comunicación, aunque creo que ese no es el principal problema para justificar la pérdida de calidad e imparcialidad del periódico. A mí me llama más la atención en los últimos años las distintas orientaciones y la cambiante opinión del periódico y del grupo de comunicación en función, diría yo, de la publicidad financiada por entidades públicas y, en definitiva, por los grupos políticos que las gobiernan. Resumiendo, diría que la opinión del periódico parece estar siempre a favor del partido que más paga en publicidad, aunque no sea necesariamente el que gobierne.
¿Es la convivencia de lenguas en un mismo territorio un factor de desarrollo cultural que ha fomentado el hecho de que el Bajo Aragón presente una riqueza cultural superior a la de otras comarcas de interior más, digamos, homogéneas lingüísticamente? No estoy nada seguro de que la convivencia de lenguas en un mismo territorio dé lugar necesariamente a una riqueza cultural superior a la de otras zonas que no la tengan. Esta cuestión se podría analizar o comparar desde el punto de vista antropológico o etnográfico en muchos otros territorios. ¿Tienen mayor desarrollo cultural los pueblos o etnias de la India, Brasil o Centroáfrica que comparten su lengua materna con la lengua oficial? No creo. Ni siquiera creo que el Bajo Aragón tenga una riqueza cultural superior a otras comarcas de interior. Según ese criterio los vecinos de Valderrobres, de La Codoñera o de Fabara tendrían más desarrollo cultural que los de Alcorisa, Hijar o Caspe. Y los gallegos más que los de Castilla-León, por poner un ejemplo. En mi opinión, no cabe duda de que el uso de más de una lengua es enriquecedor desde el punto de vista lingüístico pero no necesariamente indicador de un mayor desarrollo cultural, aunque este aspecto también dependería mucho de las lenguas de las que hablemos. Creo que no es lo mismo ser trilingüe hablando castellano, catalán y valenciano, por poner un ejemplo, que hablar castellano, inglés y chino. Supongo que la mayoría de la gente pensará que la segunda opción ofrece muchas más opciones de desarrollo cultural. No obstante, tenemos ejemplos recientes y cercanos de grupos de opinión claramente nacionalista y conservadora que preferirían tanto eliminar como obligar la enseñanza de la lengua del vecino. En mi opinión, es necesario proteger, conservar y promocionar cualquier lengua, idioma y dialecto del mundo ya que todos ellos forman parte de un patrimonio inmaterial único e insustituible. Así que estoy totalmente de acuerdo en que cada uno hable como mejor le parezca. Y si puede hablar dos o más lenguas, y bien distintas, por supuesto, mucho mejor.
Casanova, Maldonado, Pellicer, Rújula, Fernández Clemente, tú mismo. ¿Qué pasa en el Bajo Aragón con la historia y los historiadores? Pues no sabría explicarlo pero la realidad es que el Bajo Aragón está proporcionando en las últimas décadas un importante grupo de historiadores especializados en distintas disciplinas. En Historia del Arte, por ejemplo, tenemos a indiscutibles maestros como Gonzalo Borrás, de Valdealgorfa, y a excelentes investigadores como Teresa Thomson de Alcañiz o Manuel Siurana de Valderrobres. Posiblemente la Historia contemporánea sea la mejor representada con profesores e investigadores como Julián Casanova de Valdealgorfa, Eloy Fernández Clemente de Andorra, Pedro Rújula, José María Maldonado y José Ramón Villanueva de Alcañiz. También en arqueología Manuel Pellicer de Caspe y Enrique Vallespí de Fabara tienen una dilatada carrera profesional y son maestros de ámbito nacional. Y hay muchos otros profesores o investigadores bajoaragoneses como Angel Alcalá de Andorra, Eliseo Serrano de Vinaceite o Alberto Bayod de Belmonte de San José y otros muchos que, cada uno en su ámbito, son figuras indiscutibles. En cierta medida, el Bajo Aragón presenta, en la actualidad, un grupo tan importante o más como el creado a principios del siglo XX en torno al Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón.
¿No crees que sería muy interesante que algunos de ellos fuesen capaces de trabajar conjuntamente? Desde luego. No ha existido, hasta el momento, ningún proyecto que haya sido capaz de aglutinarlos a todos o a buena parte de ellos. En varias ocasiones y en reuniones de trabajo de Centros de Estudios Locales he propuesto reiteradamente la creación o puesta en marcha de un proyecto común que canalizase este gran potencial cultural que hoy dispone el territorio del Bajo Aragón aunque, como es evidente, sin ningún éxito. Ya que estamos hablando de este asunto, y siendo consciente de vuestra energía y creciente ánimo, me atrevo a lanzar a El Agitador el reto de intentar sacar adelante ese ambicioso proyecto cultural bajoaragonés (llámese revista o publicación en papel o digital, enciclopedia, anuario…) del que formemos parte o en el que colaboremos todos aquellos bajoaragoneses interesados en la historia o la cultura de nuestro territorio. Creo que es necesario un compromiso con la sociedad de la que formamos parte y quizás una de las mejores formas de llevarlo a cabo sea legar a las generaciones futuras lo que ahora sabemos. En este sentido todavía hoy podríamos aprender del enorme esfuerzo y dedicación realizados durante los años 1907 a 1909 por los miembros del Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón.
En realidad, aspiramos a algo parecido aunque mucho más modesto. Todo es cuestión de ponerse.
¿Por qué Alcañiz, a pesar de parecer una ciudad moderna y urbana en muchas cosas, mantiene un apego tan grande a determinadas tradiciones de corte, digamos, rural? No creo que Alcañiz sea precisamente una ciudad moderna, y mentalmente todavía menos. Sinceramente, y no es la primera vez que lo digo en público, no me gusta demasiado el carácter típico alcañizano que, en general y en mi opinión, adolece de un complejo de superioridad injustificable hacia los pueblos de su entorno. Alcañiz es una ciudad en la que dominan las actividades relacionadas con los servicios y la agricultura, de manera que buena parte de la población son pequeños empresarios, autónomos o agricultores de tradicional mentalidad conservadora. De hecho, desde que existen elecciones democráticas, el predominio de gobiernos de la derecha ha sido absolutamente mayoritario. Creo que el carácter medio alcañizano es bastante ingrato y desagradecido con los vecinos de los pueblos de nuestro entorno de los que fundamentalmente vivimos.
Un poco duro tu análisis. Pero cierto. Desde el punto de vista sociológico y antropológico hay algunos aspectos tradicionales que siempre me han llamado la atención. Uno de ellos es que Alcañiz es el único pueblo en el que en Semana Santa solo se tocan tambores. Tocar el bombo parece resultar demasiado rudo, poco fino, así que en Alcañiz todos somos solistas lo que implica, de alguna forma, un individualismo y una ausencia, casi un desprecio, hacia el trabajo o participación en equipo. Creo que esta actitud queda claramente manifiesta en la escasa participación ciudadana. Aquí cada uno vamos a nuestra bola, como se suele decir. Nada que ver con la envidiable participación masiva de otras localidades de nuestro entorno como Alcorisa, Andorra o Mas de las Matas. En fin, no hay más que ver la forma de vestir tradicional de la Semana Santa con las carísimas túnicas azules celestes, las corbatas, las gafas de sol, los guantes… o sea, de la capital.
Otro de los aspectos característicos de los alcañizanos es el de la generalizada afición a los masicos que a mí me recuerda en gran medida a la “ruralización del ocio” de época romana. En este caso debo reconocer que soy totalmente alcañizano. Como la mayor parte de mis paisanos, desde la infancia hasta hoy, he celebrado la mayor parte de las fiestas y eventos con mis amigos y familia en el campo. Y para mí sigue siendo mi principal refugio. Como en todas partes Alcañiz tiene cosas buenas y malas. A mi me gusta mucho su entorno natural y de alguna manera mi vida hasta ahora podría resumirse o tener como único eje un pequeño tramo de apenas cuatro kilómetros del río Guadalope en torno a la ciudad.
Salvador Melguizo