La muerte de un republicano caspolino: José Latorre

 

Cuando se cumple el aniversario de la proclamación de la Segunda República es imposible que no nos venga a la memoria la muerte del alcalde republicano José Latorre Blasco. Lo fue durante casi año y medio, desde el 12 de mayo de 1933 hasta el 10 de octubre de 1934, cuando fue suspendido de su cargo por el gobernador civil, junto a otros concejales de izquierda, como consecuencia de los sucesos revolucionarios de los días anteriores.

El 7 de noviembre, el gobernador nombró nuevos concejales más acordes con su ideología, entre los que estaba Arturo Latorre (primo del alcalde suspendido), que poco después sería nombrado teniente de alcalde.

El conflicto político entre los primos se tradujo también en un conflicto personal. Minutos después de la medianoche del domingo 4 de agosto de 1935 ambos primos estaban sentados en sendos veladores en el bar Moderno de la plaza del Compromiso. Se entabló una discusión entre ambos, al parecer porque José pidió al dueño del bar que pusiese en la gramola el Himno de Riego; su primo dijo que no toleraría la indirecta y pidió que pusiesen la Marcha Real. Según la versión de El Noticiero José intentó golpearle con un bastón y entonces Arturo sacó del bolsillo una Browning de 6,35 mm, le disparó e hirió en la región frontal.

Al caer, José se golpeó contra el hierro de un velador y se hizo un corte en la parte superior del cráneo. El agresor se entregó a la Guardia Civil, mientras el herido fue atendido por el médico Francisco Blasco y el practicante Santiago Insa, y después por el médico Valentín Blasco y el forense Fermín Morales. Ante la gravedad de la herida, se desplazó desde Zaragoza el doctor Luis Pérez Serrano, que le reconoció con rayos X. La bala había rebotado dentro de la caja craneal, produciendo la pérdida de parte de la masa encefálica, y no parecía posible extraerla sin provocarle la muerte, por lo que decidió trasladarle a Zaragoza. Llegó allí acompañado de Francisco Blasco y de su amigo y futuro alcalde Enrique Lasheras. Aunque lo intentó, Pérez Serrano no pudo extraer el proyectil.

Las causas de la agresión eran más profundas que el simple enfrentamiento por un himno. Los dos primos formaban parte de dos mundos distintos y enfrentados. Aunque la prensa apunta la existencia de resentimientos de orden familiar (La Voz de Aragón afirma que José intervino en el cobro de unas responsabilidades contra el hermano de Arturo) y político, sólo conocemos estos últimos. José, que había sido miembro de la Comisión organizadora de la Agrupación Republicana de Caspe y firmante de sus primeros estatutos, el 19 de junio de 1930, militaba en Izquierda Republicano cuando fue asesinado. La trayectoria de Arturo fue más errática: según la detallada información de La Voz de Aragón había sido miembro del Partido Conservador, luego del PSOE y finalmente «de las derechas», nombre con el que el diario se refiere a la Confederación Española de Derechas Autónomas. Al parecer, la tarde que precedió a la agresión personas significadas de izquierdas habían celebrado una merienda en un huerto propiedad de José para conmemorar el tercer aniversario de la expulsión de los padres franciscanos de su convento de Caspe.

La situación podía degenerar con facilidad en un enfrentamiento civil, y para evitarlo el teniente coronel de la Guardia Civil dispuso la concentración de fuerzas procedentes de Maella, Fabara y Escatrón, mandadas por el capitán José Negrete; también fueron enviados guardias de asalto desde Zaragoza. Abandonada la esperanza de salvar su vida, José fue llevado nuevamente a Caspe, donde murió el 12 de noviembre y fue enterrado el siguiente. Le rodeaban su esposa y numerosos amigos, muchos de ellos de IR. Tenía entonces 27 años. Fue trasladado al depósito de cadáveres de la Facultad de Medicina y luego a Caspe. Para tomar parte en los actos de homenaje llegaron de Madrid varias personalidades de IR (Honorato de Castro, Mariano Tejero y Mariano Joven) e incluso anunció su llegada –si podía hacerlo a tiempo– el ex ministro Marcelino Domingo. La muerte de José Blasco se había convertido en un símbolo que prefiguraba lo que ocurriría unos meses después de la celebración del Congreso.

Desde entonces, José Latorre, se convirtió en un símbolo republicano. Cuando en mayo de 1936 se celebró el Congreso Autonomista, nada más comenzar éste, los asistentes aprobaron por aclamación trasladarse al cementerio municipal a depositar unos ramos de claveles rojos en su tumba.

 Antonio Peiro

José Latorre

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