El nuevo espacio cultural de Zaragoza, el Teatro de las Esquinas, fue el escenario elegido por Quique González para presentar su último disco, Delantera Mítica, el pasado 27 de abril.
Los que le seguimos desde los inicios acudimos allí como quien va a ver a un viejo amigo que ha vuelto a la ciudad, y fue una grata sorpresa descubrir que casi agotó las entradas y que la sala estaba a rebosar de treintañeros que coreaban sin descanso todas las canciones, incluso las del último disco. Se lo merece. Delantera mítica es su noveno disco, y en él muestra un músico completo, que después de los años mantiene en equilibrio su parte más rockera y la más íntima. El disco, grabado como el anterior en Nashville bajo la batuta de Brad Jones y con grandes músicos americanos, ha resultado ser un trabajo redondo, lleno de melodías intimistas pero también de mucho rock norteamericano, líneas que Quique González ha seguido desde sus inicios y que en este disco alcanzan una congruencia envidiable.
Al igual que en el disco, en el concierto nos encontramos con dos tempos que se iban intercalando para sorpresa del público, uno más cañero, eléctrico, otro más intimista, acústico. Desde el rock más contundente de Hotel Los Ángeles o Tenía que decírtelo y ¿Dónde está el dinero?, ambos temas del último disco y con explícitas referencias a la corrupción política, hasta la delicada Dallas-Memphis, Aunque tú no lo sepas o ¿Es tu amor en vano?, gran adaptación de Is your love in vain? de Bob Dylan, pasando por Caminando en Círculos o Vidas cruzadas y las referencias a unos versos de Bukowsky. Aproximadamente dos horas y media de concierto y cerca de una treintena de canciones, entre las cuales pudimos escuchar casi el nuevo disco al completo. Un público entregado. Jóvenes féminas grabando con los móviles, hombres hechos y derechos coreando todos los estribillos con los brazos en alto. Una pantera negra enjaulada en el escenario. Armónicas, mandolinas, violines, guitarras, muchas guitarras, un placer para los amantes de las Gibson. Pop, rock español, country y hasta ritmos mariachis. Dylan, Tom Petty. Un silencio digno de una catedral para escuchar las canciones de Quique sin banda, con su guitarra, sólo pero llenando el escenario. Un aplauso, otro y otro.
Desde el primer minuto dos cosas me quedaron claras, la primera que Quique González había vuelto a acertar con la banda, cuatro músicos que se complementaban a la perfección, el sonido era limpio, completo, envolvente, y la segunda que tal y como es seña de la casa, íbamos a vivir un concierto más cañero de lo que resulta el disco. La fórmula de grabar con unos músicos y hacer unos arreglos a las canciones y tocar con otros metiéndoles otros arreglos me parece muy interesante. Sus canciones, ya de por sí de gran calidad, alcanzan un punto más alto con su adaptación al directo. Sus letras que cuentan historias como si fueran imágenes que se entrelazan transmiten más al público con la energía de 3 guitarras sobre el escenario o los medios tiempos que Quique González maneja a la perfección.
Tres bises y ganas de un cuarto que no llegó tras la última canción, la canción, “Y los conserjes de noche” El público entregado del todo y un Quique González ilusionado, feliz, que disfrutó del concierto tanto o más que nosotros. Se lo merece. Han pasado quince años desde que decidió dar un portazo a las grandes discográficas y ha demostrado que se pueden hacer buenos discos sin vender tu alma al diablo, sin perder tu esencia y haciendo lo que te apetece hacer.
Durante más de dos horas los allí presentes olvidamos lo que había afuera escuchando sus vidas inventadas, disfrutamos de un gran concierto y sólo nos queda esperar a la próxima historia que nos quiera contar. ¡Hasta la próxima! Allí estaremos.
Eva Larrosa