Después de su genial primer trabajo (Torches, 2011) llegó la hora de revalidar aquellas buenas sensaciones. En lo que a mí respecta, no lo han hecho, y tampoco parece que hayan conseguido el respaldo de la crítica musical en general.
Desde luego que las expectativas eran altas, Torches era uno de los discos más fescos de los últimos años con esa mezcla de estilos entre el pop y el rock con adornos electrónicos. Debe ser verdad eso de que es difícil sacar un segundo disco a la altura del primero (si ha sido bueno), y en eso podemos averiguar cuál va a ser un gran grupo los próximos años. Sirva este artículo para que echen un vistazo, o una audición, de su anterior trabajo si todavía no lo conocen.
Este segundo disco es mucho más soso y monótono que el primero. Bien es verdad que tiene dos o tres canciones que casi cumplen con lo esperado(aquí se las dejo puestas), pero el resto suena muy igual. Hay momentos que no sabes si ha cambiado de canción o aún estás escuchando la misma. Tiene algo de aquellos sonidos experimentales y lisérgicos de los años setenta de los que muy pocos músicos salieron indemnes. Quizá tenga algo que ver que parte del disco haya sido grabado en Marruecos. No sé exactamente donde, pero no me extrañaría que fuese en algún lugar cercano a Ketama, dado el pasado adictivo de Mark Foster, líder del grupo, y el plano resultado conseguido. Esperemos que con el tercero les vaya mejor.
Carlos Garcés