A pesar de estar ubicado frente al «Alejo», junto un colegio, en una zona bien transitada por padres, alumnos, profesores, muy pocas personas han reparado en la verdadera naturaleza del inmueble que hoy les presentamos.
Conocemos bien la Tumba del Miralpeix, la Tallada, Palermo, Santa María de Horta, el Castillo sanjuanista, pero lo ignoramos todo de las ruinas del único templo micénico existente en la Península Ibérica, el único templo micénico existente lejos de Micenas, allá en Grecia.
La civilización micénica se desarrolló en el sur de Grecia, en el Peloponeso, en el segundo milenio antes de Cristo. Puede ser considerada como la predecesora de la civilización griega clásica y la referencia más antigua que de ella poseemos es la participación de su rey, Agamenón, en la Guerra de Troya, inmortalizada para la historia de la literatura por el gran Hómero en su Iliada.
Pero si algo destaca de la Civilización Micénica son sus imponentes restos arqueológicos, enormes construcciones ciclopeas caracterizadas por el uso de grandes bloques de piedra y por la solidez de sus muros. La Puerta de los Leones o el Tesoro de Atreo son los más conocidos.
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