Una de cine de verano: Acto de valor.

Entré a ver una película suponiendo que iba a encontrar los clásicos ingredientes fundamentales en una buena americanada de guerra. Y no faltaron a la cita los tiros, las explosiones, la música épica, el patriotismo, el malo malísimo gritando “¡Abajo el imperialismo yanki!”…en fin, lo de siempre.

 Además de eso, la película adolece de algo fundamental: una trama potente. Le falta cuerpo, la verdad. Por si fuera poco, los actores no brillan en exceso. Quizá tenga algo que ver que ninguno de ellos sea conocido. Y no se vayan todavía porque aún hay más: soy tan masoca que sabía que a la película, los críticos la ponían a caldo. “Otra vez los americanos salvando al mundo”, “parece mentira que esta película haya llegado a los cines”. También la calificaban de mal folleto propagandístico destinado al reclutamiento de jóvenes yankis dispuestos a dejarlo todo por su país. Y sí, lo cierto es que cuando salí del cine, me dieron ganas de agitar una banderita (de esas que la gente ondea todos los 4 de julio) y gritar ¡Vivan los marines! ¡Viva el ejército norteamericano! ¡Vivan los perritos calientes!

Pero lo más curioso es que, después de reconocer que todo eso que les he contado es cierto, no me marché con mal sabor de boca del cine. La trama, aunque sin miga, no me resultó demasiado rebuscada. Es más, casi parecía creíble. Y bueno, el desarrollo de la misma, aunque poco original, me entretuvo: hombres de los SEAL en acción (aunque aceptamos por acción una barbacoa en las playas de California) repartiendo tiros a porrillo….al fin y al cabo ¿Qué cabía esperar?.

Interesante, en mi opinión, es la manera de presentar las escenas de acción. Sin demasiados efectos especiales, abundan los planos en los que nos acercamos al peligro a través de los ojos del propio actor (esto debe tener un nombre, y ya me perdonarán porque yo no soy crítico de cine). Acompañamos de su arma reglamentaria y de su respiración, nos introducimos en la habitación en la que nos espera un terrorista con muy malas intenciones. Pim, pam, pum. A ratos, como  un videojuego.

 No sé, Acto de Valor no se va a convertir en un clásico del género. Pero si son, como yo, unos enfermos del Cine Bélico, les recomiendo que vayan a verla. Las hay mucho peores.

El Sargento de Hierro

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