He quedado con un caspolino con el que creo que El Agitador tenía una cita pendiente desde hace tiempo. Pocos en Caspe no conocen o no han oído hablar de las aventuras de Víctor Rivera encima de una moto. Desde hace años muchos medios aragoneses se han hecho eco de sus victorias en rallys de todo el mundo. No hace muchos días que Víctor ha regresado, con una nueva victoria en la maleta, del Rally Intercontinental Almería-Dakar 2013, una prueba que atraviesa gran parte del recorrido del antiguo Dakar africano. Luego hablaremos de ello, pero antes quiero saber más sobre sus inicios, sobre cuándo se subió a una moto por primera vez.
¿Cómo y cuándo te inicias en el mundo de la moto?
Recuerdo que la primera moto que llevé fue la del ya fallecido Víctor Fontoba. Entonces éramos todavía unos críos, antes incluso de haber hecho la comunión. Además, mi madre llevaba una Variant y yo me crié con ella. Me llevaba de paquete y sin casco.
Mi padre había llevado motos y lo dejó cuando tuvo un accidente. En mi casa siempre hubo motos arrinconadas y las usábamos esporádicamente. Recuerdo que él mismo puso a punto una de ellas y comenzamos a hacer salidas los dos juntos.
¿Cuándo competiste por primera vez?
En 1997, cuando tenía 15 años. La primera carrera fue de Motocross, en el circuito de los Tres Pinos de Alcañiz. Más adelante ese circuito desapareció y ahora es una de las gradas del circuito de Motorland. Por mi edad y tamaño corrí con una moto de 80 c.c pero me metieron en la categoría de 125 c.c. Recuerdo que quedé el 21 de 30. Ese año corrí una carrera más y alguna esporádica durante los dos años siguientes.
En el 2000 gané el Campeonato de Aragón de Motocross en categoría Junior. Luego probé el enduro en Caspe y la Federación me eligió para representar a Aragón en el Enduro de las Autonomías. Fue lo más duro que había hecho hasta entonces. Dos días de prueba lloviendo. Fuimos cuatro participantes de Aragón y solo acabé yo. Allí nos premiaron como equipo revelación. Fíjate si la prueba con lluvia y barro fue dura que dos semanas después aun había motos atascadas por los montes.
Bueno, habiendo ganado el Campeonato de Aragón y habiendo hecho un buen puesto en el Enduro de las Autonomías ya te habías hecho un hueco. La gente ya hablaba de ti. ¿Qué vino después?
En 2002 empecé con los rallys en la Baja. Corrí entonces con Nani Roma, Isidre Esteve, Marc Coma… Descubrí que era lo que mejor se me daba.
Y en 2003/2004 fui por primera vez al Dakar. Salía desde Francia y tuve que abandonar por avería. A partir de aquí, toda tu vida se centra en el Dakar. Tu único objetivo es alcanzar el Lago Rosa. El entrenamiento de todo el año se enfoca a conseguir eso y no se puede parar. Nos pasa a todos.
¿Y cuando conseguiste llegar?
Los dos años siguientes, en 2005 y en 2006, con algunos apoyos y ayudas económicas. Esos dos años cumplí mi objetivo. Pero 2007 fue mi peor año. Corría con el equipo Tot Curses cuando me caí y me rompí una vértebra. Tuvieron que evacuarme desde Mauritania y necesité seis meses de recuperación. Por si fuera poco, cuando estaba en la cama me llegó la noticia de que Isidre Esteve también se había caído y que había tenido peor suerte que yo. La caída le tocó la médula y se quedó en silla de ruedas.
¿No sentiste entonces el miedo de que te pudiera ocurrir lo mismo? ¿De que la moto era demasiado peligrosa?
La verdad es que no. En vez de acojonarme, tomé el accidente como una segunda oportunidad. Me sirvió para estimularme y durante la recuperación decidí que iba a ganar el Campeonato del Mundo.
¿Y en cuanto pudiste subirte de nuevo a la moto comenzaste a entrenar para ello?
Sí. Eran cuatro pruebas, la primera en Cerdeña, luego Brasil, después Egipto (en el Rally de los Faraones) y la última, a la que ya no fui porque técnicamente había ganado el campeonato por puntos, era en Dubai. Ese mismo año me invitaron también a la Baja de las 1000 millas de California, una de las carreras más prestigiosas del mundo. Formé equipo y también ganamos en la categoría de 450 c.c.
Para quienes se acercan al mundo del motor y las carreras, el Dakar es sin duda la prueba reina. ¿Qué preparación es necesaria para afrontarla? ¿Dónde entrenas?
Bueno, yo me preparo las pruebas principalmente haciendo bicicleta de montaña, gimnasio y obviamente moto. Hace falta un plan de entrenamiento y controlar bastante la alimentación. Llevar un equipo detrás es lo que más ayuda. A mí, por ejemplo, el tema mecánico es lo que más me agota, y de eso puede encargarse el equipo.
¿Y cómo se consigue el presupuesto? ¿Quién te ayuda?
En aquellos años aun era posible correr sin muchas dificultades. A partir de la crisis las cosas se torcieron. En el Dakar, los grandes equipos deben partir de un presupuesto de tres millones de euros para poder ir a ganar en todo. Eso incluye coches, camiones, masajistas, mecánicos… Si vas con un equipo más modesto, lógicamente no puedes permitirte tantos lujos.
¿Cómo viviste tú el traslado de la prueba del Dakar a América del Sur?
Bueno, en 2008 cuando la prueba iba a comenzar en Lisboa se recibió un comunicado de Al Qaeda diciendo que si la carrera pisaba suelo africano se atentaría contra la organización o los participantes, así que ese año se suspendió y al año siguiente decidieron trasladarla a Argentina. La verdad es que fue un golpe para la familia del Dakar. En el último momento se suspendió todo y cuatro mil personas tuvieron que volver a casa.
Ahora, la prueba en Sudamérica es más floja, aunque allí son mucho más fanáticos con el deporte. Se monta un auténtico circo mediático en torno a la carrera. Tanto es así que la ASO, que hablando claro es la empresa organizadora, recibe seis millones de dólares de cada país por el que pasa la carrera. Antes eran Argentina y Chile y ahora es también Perú.
¿Y cabe todavía la posibilidad de que la prueba regrese a África?
En mi opinión no creo que vuelva. Desde la ASO dejan caer una posible vuelta al continente africano pero la verdad es que en América están haciendo caja. El rally allí no tiene nada que ver. Hay carreteras asfaltadas y la gente duerme en hoteles. En África se dormía en una tienda de campaña en la arena. La ASO no tiene problemas ahora, allí tienen pasta y hay lista de espera de corredores. El espíritu original del Dakar ha muerto.
Y a partir del cambio de continente de la carrera, ¿hacia dónde dirigiste tus objetivos?
Bueno, mi problema es que me aburro fácilmente. No quiero estancarme y siempre me planteo metas nuevas. Miré hacia atrás y vi que había pasado de los campeonatos regionales a los internacionales, así que en 2009 fui a por el Campeonato de España. Las cosas ya estaban mal con una crisis latente. Ni siquiera buscamos sponsor. Lo hice con lo puesto y una moto del 2006, la misma con la que corrí el mundial. Para sorpresa de todos, gané la primera prueba y a partir de ahí fui ganando todas las demás.
Víctor es un tipo tranquilo. Con voz pausada, sin hacer ruido, me ha contado que terminó dos años seguidos el Dakar, que al tercero casi se mata, y que nada más recuperarse se subió a la moto y ganó el Campeonato del Mundo y las 100 millas de California. Y que después de eso, ganó el Campeonato de España. Si no lo conociera, si no hubiera leído sobre su trayectoria, podría pensar que me está tomando el pelo. Pero no, todo es verdad. Cuando Víctor se sube a su KTM hay pocos que le sigan.
O sea, que en 2009 ya habías sido campeón de Aragón, de España y del Mundo. ¿Qué te quedaba entonces?
Descansar. En 2010 no me saqué la licencia y no corrí nada. Necesitaba tomarme un par de años de respiro, haciendo cosas que hace la gente normal. En el mundo de las carreras se viaja mucho pero apenas hay tiempo para visitar los lugares en los que compites. Durante este tiempo pude viajar sin las preocupaciones de la moto. Fui a las fiestas de San Fermín, que era algo que quería hacer hace tiempo, estuve en Londres con mi novia, visité Alemania, Marruecos un par de veces y, sobre todo, viajé por España.
Todo eso durante dos años, y ahora has vuelto a retomar la competición. Hace pocas semanas que has participado en el Rally Intercontinental Almería-Dakar 2013. Y además con buenas noticias, has vuelto a ganar…
Sí. En uno de los viajes a Marruecos pensamos en la posibilidad de revivir el Dakar por África. Entonces nos enteramos de que se estaba preparando esta prueba. Había gente romántica que sentía que el Dakar no podía desaparecer y la habían organizado con salida en Almería y final en el Lago Rosa. Yo hablé con el Club Aventura Touareg de La Rioja y ellos me proporcionaron ayuda. Aun así, fui sin mecánico, con lo puesto, y con una caja que me esperaba todos los días en la meta en la que llevaba todas mis cosas.
¿Cuántos días fueron?
Catorce etapas sin día de descanso. Eso era nuevo porque en el antiguo Dakar había una etapa intermedia en la que se podía descansar y recuperar fuerzas.
¿Y te veías ganador antes de comenzar?
La verdad es que no era mi objetivo principal. Quería pasármelo bien, disfrutar y revivir la experiencia de pasar por los lugares del antiguo Dakar. De hecho, este año no conseguí vender la moto para comprar una nueva y corrí con la moto del año pasado. Quería ir con prudencia, para no caerme y para no romper la moto, pero prácticamente llegaba primero todos los días. Navegué bien, despacio y con buena letra, y eso me hizo ganar.
¿Hubo problemas con el terrorismo islámico esta vez?
Nosotros no tuvimos ningún problema. Pero es verdad que estábamos permanentemente protegidos por militares. En los campamentos se desplegaba una escolta impresionante y en cada colina que nos rodeaba había un militar armado hasta los dientes.
Volviendo al terreno local…¿Han sabido valorar los caspolinos y las instituciones tus triunfos por todo el mundo? ¿Cómo te sientes cuando vuelves a casa después de una aventura como la del Rally Intercontinental?
La verdad que la gente me ha recibido y tratado con mucho cariño, no me podía imaginar que me siguieran y apoyaran tanto desde la distancia. La aventura no ha acabado porque entre radios, tele, periódicos, revistas, internet… llevo un maratón.
Supongo que tu facilidad de adaptación a terrenos desérticos se debe, en buena parte, a haber nacido en un pueblo como Caspe, con un término municipal extenso, y además no muy lejos de los Monegros. ¿Qué ventajas e inconvenientes le encuentras a esto?
En cuanto a la preparación física, ventajas todas. Con la bici o con la moto sales a la puerta de casa y ya estás a tope. Es muy cómodo. En una ciudad necesitarías depender de una furgoneta para desplazarte. Además, debido a lo que comentas, en Caspe siempre ha habido mucha afición. Quizá eso también tiene su lado malo. Antes de que llegara la crisis todo el mundo podía hacerse con una moto con la que salir al monte, pero lo que no tenían era la cultura de la moto que teníamos los que llevábamos muchos años en esto. Eso nos perjudicó mucho. Me refiero al respeto a los montes o a las gentes que puedes encontrarte en el campo, pastores, otros deportistas, etc. Más de una vez me ha tocado discutir por estos temas. Ahora la gente deja los caprichos de lado y parece que volvemos a quedarnos los que realmente vivimos encima de la moto.
¿Hacia dónde miras ahora en este 2013?
Bueno, en competición me gustaría participar en el Campeonato del Mundo de Bajas, aunque solo es un pensamiento. El principal problema es el presupuesto. Hace falta financiación y de momento, ya veremos en que acaba. La verdad es que hace años que vivo al día. Estoy tranquilo porque no debo nada a nadie y puedo pensar libremente qué hacer con mi vida. Estoy barajando también la posibilidad de marcharme al extranjero a buscar trabajo, porque visto lo visto, aquí es imposible a día de hoy.
En El Agitador tenemos la costumbre de acabar la entrevista pidiendo al entrevistado que nos recomiende una película, un libro y un disco o grupo de música. ¿Cuáles son los tuyos?
Mmm… bueno, un libro… “Mi vuelta a la vida” de Lance Armstrong. Para mí es un ídolo y un ejemplo. Pasó de estar muerto a aprovechar la segunda oportunidad que le dio la vida. En el dopaje, el corredor es el último culpable, y yo a Armstrong lo considero una víctima más, por eso no dejo de recomendarlo.
Película… “Into the Wild”, que en castellano se llama “Hacia rutas salvajes”.
Y en música me quedo con «Back to Bedlam» de James Blunt.
Había escuchado alguna canción y me gustaba, pero fue en el Rally Sertoes de Brasil, que estuve casi un mes fuera de casa en 2008, donde pase una verdadera odisea de problemas y aventuras. Parecía imposible acabar la prueba ya desde el primer día, pero pasito a pasito lo fui superando todo. El último día, en una pequeña «gasolinera» si se le podía llamar así a aquello, en un poblado de la costa y con una canción de ese disco de fondo que salía de una pequeño y viejo aparato de radio, rompí a llorar de alegría al darme cuenta de que había llegado al final recordando por todo lo que había pasado para llegar hasta allí. Me sentía en el cielo y no se me olvidará nunca esa sensación y aquella canción.
Al llegar a casa conseguí el álbum, vi conciertos en directo y me encanto la manera de transmitir de James sobre el escenario, él sólo con su piano. Por cierto, también me ayudó a poner la guinda del pastel a la hora de conquistar algún corazón…
Me emociona y me encanta.
David Bonastre Piazuelo